Carlos Soto Pineda
El significado básico de la palabra ORDALIA, era “juicio”, y utilizando el latín significó “juicio de Dios”, por su acepción de sentencia divina.
Se llamaron “ordalías” a las pruebas a las que se sometía a los acusados para que demostraran su inocencia; en la Edad Media tomó importancia en la cultura europea y en sus colonias durante la Inquisición (tribunal eclesiástico que investigaba y castigaba las “faltas” religiosas).
La “necesidad” de un “procedimiento” que facilitara a la sociedad, un modelo de justicia, hizo que los religiosos -organismos internacionales y supranacionales- ofrecieran que la solución ideal a los conflictos era la ayuda Divina (¿COMISIÓN?), esta solución es a la que se denominó ORDALÍA, un sistema metafísico aplicado a la justicia humana.
Buscando solucionar los conflictos, las sindicaciones donde solo las informaciones de las partes -la mayoría de veces sin testimonios verídicos (“testigos protegidos”)-, determinara un “proceso justo” basado en creencias derivadas de dogmas para la solución pacifica de las querellas; en épocas obscurantistas era una forma de dirimir, proveyendo a las judicaturas una coartada para soslayar la responsabilidad al incurrir en prevaricación judicial dolosa. Ahora son las fuerzas superiores y supuestamente sagradas quienes determinan y solucionan.
El cristianismo antiguo las adoptó en los procesos de derecho penal.
El ser humano viviendo en sociedad y en su búsqueda de equidad y justicia, trató de eliminar abusos de los más poderosos que podían pagar testigos falsos, retardar la aplicación de la LEY recurriendo al litigio malicioso y así fueron probándose varios modelos de supuesta administración de justicia llegando a concebir, desarrollar y aplicar las ORDALIAS; método sincrético que utilizaba el pánico inducido a los acusados, la tortura, devenido entre “metafísica” magia, inventos, irrealidad (fantasía) y dogma religioso, con la finalidad de evidenciar ,corroborar la culpabilidad o indirectamente inocencia y para ello invocaban el designio sobrenatural de Dios. Por tanto eran competencia de los sacerdotes (¿Comisionados?), a los que la gente consideraba interlocutores escogidos entre la divinidad y los mortales. Existían varios tipos de Ordalías o Juicios de Dios a las que se sometían al acusado, dependiendo del delito cometido. “Ordalías del agua fría” del «agua caliente” del hierro candente, de caminar sobre brasas, de “las aguas amargas”, de las candelas”, “prueba de los albats”, en la que las familias en litigio sumergían a dos recién nacidos en agua y ganaba aquella cuyo niño se hundiese más, y la del “duelo judicial”, practicado entre dos partes tras una ofensa y acusación, de uso generalizado entre los años 1200 al 1400, en el que la condición social de las partes determinaba la manera de dilucidar el duelo, siendo usados leños, palos o bastones en los enfrentamientos («MORONGAZOS) entre plebeyos, y caballos, espadas, lanzas, «twitazo» o»periodicazo» si se trataba de la «nobleza».
En esta coyuntura nacional donde la PRESUNCIÓN DE INOCENCIA pareciera ya no ser un PRINCIPIO FUNDAMENTAL CONSTITUCIONAL ¿estaremos regresando a las ordalías donde se debe demostrar la inocencia o ahora se es culpable hasta demostrar lo contrario?