Nuevamente se pone en la agenda el tema de la competitividad para atraer inversiones, pero es evidente que la gente del Gobierno no entiende que la verdadera certeza jurídica implica igualdad de todos ante la ley y, por tanto, el fin de la impunidad porque mientras subsista el sistema que apaña a los corruptos no habrá posibilidades de que vengan inversiones sanas sino que únicamente nos llegarán aquellas que son del tipo de TCQ u Odebrecht, es decir de sinvergüenzas que vienen a aprovechar las debilidades del sistema.

Ayer en la Cámara de Comercio Guatemalteco Americana se abordó el tema de las inversiones en el país y mientras el Presidente Morales pintó ese maravilloso paisaje que existe sólo en su mente respecto a la Guatemala de hoy, tanto el Embajador de Estados Unidos como autoridades de la Cámara insistieron en que es vital la lucha contra la corrupción si queremos atraer inversiones. Y más que eso, se llegó a confirmar que es la corrupción la que ha mantenido estancado el desarrollo del país que nos hace mucho menos competitivos porque carecemos de mano de obra calificada que pueda competir por ejemplo con Costa Rica y Nicaragua que han hecho inversiones sostenidas para promover el desarrollo humano y la capacitación de la gente.

Debemos dejarnos de babosadas y subterfugios. El Presidente tiene que reconocer que el país se estancó en la lucha contra la pobreza y en la promoción del desarrollo humano porque prácticamente desde 1986 todos los gobiernos se dedicaron al latrocinio y el saqueo de la cosa pública para satisfacer a sus financistas. No ha habido auténticas políticas de desarrollo que impacten en salud y educación, elementos fundamentales del desarrollo, y por ello nuestra gente no está ni físicamente ni en el plano de su formación y capacidad, preparada para asumir posiciones en las que se demanda mano de obra calificada.

Puede parecer que la corrupción es algo con lo que se puede convivir porque así lo hemos venido haciendo por décadas, pero nuestros indicadores demuestran que el Estado ha fallado en cumplir con sus fines esenciales porque ha sido cooptado como quedó demostrado ya con los pocos casos que han salido a luz y que son apenas botón de muestra de cómo es que nuestro sistema político terminó siendo corrompido hasta su cimiento.

Y es tiempo de hablar claro. El gobierno del Presidente Morales no solo no tiene compromiso en la lucha anticorrupción sino que es instrumento fundamental del Pacto de Corruptos que pretende consolidar la dictadura de la corrupción, realidad que no pueden obviar ni propios ni extraños.

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