Emilio Matta Saravia
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Debido a las capturas de esta semana coordinadas por CICIG y el MP, y al viaje a los Estados Unidos que realizara el Señor Presidente de la República la semana pasada, se dio muy poca cobertura a la presentación de la Agenda Nacional de Competitividad 2018-2032, que fue presentada esta semana por el Comisionado Presidencial para la competitividad y su equipo, siendo lo más destacado por los medios el penoso discurso del Señor Presidente, que simple y llanamente no merece más comentarios, salvo el que haré más adelante sobre su alusión al “bono demográfico”.

Aunque no asistí al evento, sí ingresé a la página de internet de Pronacom en donde pude ver un esbozo de lo que presentaron, que no es más que trabajar sobre doce pilares de competitividad tomados del WEF (Foro Económico Mundial por sus siglas en inglés), priorizan 11 de 25 clusters previamente identificados en un Estudio de Dalberg, y qué políticas horizontales y verticales son imperantes para el desarrollo de dichos clusters.

Sobre el papel todo se lee muy bonito. Sin embargo, al ahondar un poco, uno puede apreciar que las personas que elaboraron dicho trabajo tienen un grave desconocimiento de la realidad nacional. Me explico. Para que un país sea competitivo, forzosamente los habitantes de dicho país deben gozar de buena salud, haber tenido una nutrición adecuada durante su lactancia y primeros años de vida, vivir en condiciones salubres adecuadas y contar con una adecuada formación académica a nivel primaria, secundaria y universitaria. Es condición sine qua non. En Guatemala esta condición no se da, simplemente no existe. Esto es algo que han ignorado todos los gobiernos de este país, y mientras lo sigan haciendo, las cosas no van a cambiar, por más planes y proyectos que elaboren expertos en el tema que sea.

Guatemala tiene una desventaja competitiva con el resto de países debido a que la mitad de su población nace y sufrirá durante sus primeros años de vida de desnutrición crónica, falta de servicios de salud en atención primaria y de salubridad en su hogar y en su escuela, y un bajísimo nivel de educación, si es que llegan a tenerla. Así no se puede ser competitivo.

En su alocución, el Señor Presidente habló sobre el “bono demográfico” en Guatemala, el cual es bienvenido y es un gran regalo que quisiera cualquier país. Lo que seguro no le explicaron sus asesores, o quien le dijo que hablara sobre el mismo, es que dicho bono demográfico es beneficioso para un país, cuando el país cuenta con políticas económicas, sociales y de gobierno para preparar y absorber a este creciente número de personas que ingresarán a la fuerza laboral. La inversión en capital humano, principalmente educación y salud, también son indispensables para atender las crecientes demandas económicas del llamado bono demográfico.

No es pesimismo de mi parte, sino que creo haber tenido en el transcurso de mi vida y de mi carrera, los suficientes elementos de juicio, tanto a nivel personal, como laboral y académico, para poder entender lo que sucede en toda Guatemala, no sólo en ciertos sectores socioeconómicos, y poder entender que lo que vende Pronacom, no son más que espejitos, si no se toman en cuenta y se atacan frontalmente las enormes deficiencias y rezagos que tenemos como país.

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