David Barrientos
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Las Fuerzas Armadas guatemaltecas tienen definidas sus funciones y están plasmadas en la Constitución Política de la República: mantener la independencia, la soberanía y el honor de Guatemala, la integridad del territorio, la paz y la seguridad interior y exterior, además, debe prestar su cooperación en situaciones de emergencia o calamidad pública. Lo anterior evidencia su competencia para participar en tareas tanto de seguridad exterior como interior. No obstante que existe el Ministerio de Gobernación, que cuenta con amplias facultades como institución rectora de la seguridad interior, esto no priva al Ejército de la posibilidad de participar en la misma, tomando en consideración, no solo el mandato constitucional sino que la propia Ley de Orden Público detalla y jerarquiza su participación excepcional.

La utilización de las fuerzas militares en tareas prolongadas de seguridad interior ha sido común en Latinoamérica, cuando debiera ser una participación excepcional y muy temporal, cuando otras formas de atención o disuasión han fracasado, para luego volver al estado de control policial.

Otro efecto negativo en la seguridad interna ha sido que las fuerzas de policía recurren al apoyo de las Fuerzas Armadas en casos que no son excepcionales, lo que acomoda a estas fuerzas a no asumir plenamente su rol. Los programas militares sostenidos, asignados a la seguridad ciudadana, no solo han sido poco valorados, en ocasiones señalados, como si a los soldados les gustara caminar tras los policías; ellos mismos están conscientes que no tienen la facultad para desarrollar un trabajo efectivo, ni el entrenamiento, equipo y armamento adecuado para tal efecto. Estas tareas para los militares han sido no solo desgastantes sino que han distraído su función natural de seguridad externa, dejándola desatendida casi por completo y además ha comprometido a la institución, incluso ha provocado la persecución penal de sus miembros. Tal es el caso del contingente al mando del Coronel Chiroy, a quien por brindar este apoyo a la policía le representó la apertura de un juicio penal en su contra.

Nuevamente se discute y promueve la participación de militares en tareas de seguridad interior, con la creación de una nueva secretaría, en lugar de orientar su potencial a tareas de seguridad exterior, que sin lugar a dudas repercute en la seguridad interior, dada la configuración y extensión territorial. Es pertinente enfatizar que esa orientación no debe verse desde el interior de la institución militar como relegarse a fronteras, pues las mismas características del territorio hacen necesarias las rutas de abastecimiento desde el centro del país hacia las fronteras y litorales que, en poco o nada, afectan su dispositivo actual. Es más bien la voluntad política de orientarse y contribuir de manera institucional a la seguridad, incluso global, que hoy tanto se argumenta y se hace necesaria.

Cabe recordar que existen las dependencias suficientes, incluso más de las necesarias, para no solo producir inteligencia sino para atender el tema de la seguridad, solo hay que saberlos coordinar; los presupuestos son limitados como para hacer crecer las cabezas burocráticas que consumen más recursos. Es evidente que hace falta la debida asesoría en materia de seguridad, pues iniciativas como la referida parecen ser el resultado de un razonamiento estático, inconexo y parcial.

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