Edgar Villanueva

Salta nuevamente a la palestra el flamante líder magisterial. Un personaje polémico y oportunista, pero al final de cuentas, el principal dirigente del Sindicato de Trabajadores de la Educación en Guatemala (STEG) y tal y como lo decía él mismo hace algunos días en un programa radial, “electo por la Asamblea del sindicato del magisterio para representarlos”.

Su modus operandi ha quedado al descubierto desde hace varios años. Someter, a través de presiones y oferta de apoyo político a diversos Gobiernos (tampoco digo que los Gobiernos hayan sido la víctima) a cambio de pactos colectivos de trabajo con mayores beneficios para el STEG. Una vez firmado el pacto colectivo, disfrazar cualquier situación de incumplimiento del mismo y reanudar la presión al Gobierno para adicionar o reformular los acuerdos. Y así sucesivamente, sin parar.

No hay nada malo con buscar los mayores beneficios para los miembros de un sindicato. Esa es la función de la dirigencia del mismo. Sin embargo, raya cerca de lo ilegal, el convertirse en una herramienta política para obtener dichos beneficios y sobre todo cuando se representa al STEG, el cual reúne a quienes educan a nuestra niñez y juventud.

Y en eso me quisiera enfocar y volver a iluminar la importancia del fortalecimiento y profesionalización de aquellos que proveen un servicio público, en este caso, los maestros.

Aparte de exitosos esfuerzos aislados, no nos hemos dado a la tarea de dignificar transversalmente al magisterio y tampoco hemos velado atentamente por su profesionalización. Con esto, le seguimos dando vocería y trabajo a personajes como Joviel, pues en lugar de proveerles a los maestros mejores condiciones, salarios y aumentar la rigurosidad de su capacitación, los hemos olvidado y cedido a merced de los malabaristas políticos.

Lo mismo nos sucede en otros ámbitos, en donde como ciudadanía exigimos servicios de primer nivel a cambio de nuestros impuestos y recibimos poco a cambio. La debilidad del Estado también se refleja en los negocios y el estado de nuestras instituciones no permite que las empresas sientan confianza que a la hora que exista un problema podrán acudir a los tribunales a buscar una solución pronta o que se les otorgarán licencias que posteriormente podrán ser revocadas sin fundamento legal.

Apostemos de manera decidida por fortalecer las instituciones del Estado, profesionalizarlo y que sea un lugar donde ciudadanos guatemaltecos bien preparados puedan hacer una carrera y se sientan debidamente retribuidos. Un primer paso para ir fortaleciendo el servicio público es la Ley del Servicio Civil que desde hace mucho tiempo requiere de una reforma.

Si logramos priorizar el fortalecimiento institucional, además de generar mayor satisfacción y certeza ciudadana y de atraer al servicio del Estado servidores de alta calidad, vamos a aislar a los oscuros dirigentes sindicales y les quitaremos la habilidad de ser ellos quienes literalmente “negocien” estas mejoras. Exijamos a nuestras autoridades un servicio público profesional y las condiciones que permitan dignificar sus funciones sin presiones ni juegos políticos.

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