Arlena D. Cifuentes Oliva
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Siendo Guatemala uno de los países más pobres y por ende más atrasados del planeta tierra, es inaudito que sea su Presidente uno de los mejor pagados del mundo, algo desde todo punto de vista tan inaceptable que pareciera ser una broma de mal gusto.

Entiendo que como parte de sus funciones, la SAAS debe proveer la estructura administrativa y la logística para que el Presidente realice su trabajo. El atraso de nuestro país se refleja en todos los aspectos de nuestro diario vivir, es poco lo que puede sorprendernos a estas alturas. Sin embargo, las declaraciones del Secretario de la SAAS, para justificar los excesos en los gastos incurridos para el Presidente, son a todas luces carentes de sentido, infantiles, e inadecuadas, propias de un funcionario perteneciente a un país tercermundista.

No obstante, necesito creer que detrás de esa soberbia de la que hace gala el Presidente, cada vez que se manifiesta públicamente, muy dentro de él debe haber resabios de humanidad; un mínimo de conciencia, así como algún rasgo de misericordia, en el apropiado sentido de la palabra. Toda la información vertida en los últimos días acerca de la manera extravagante de vivir de Jimmy Morales y su familia, además de los Q29,000 diarios que se gasta en alimentarse él y su corte celestial son carentes de justificación. ¿Perdería el presidente Morales la cordura, olvidó quizá que su Gobierno corresponde a un país pobre? Sólo así, puede explicarse el derroche y su ausencia de sensibilidad social. ¿Qué mensaje le envía al pueblo empobrecido, señor Presidente, con este derroche que es parte de su diario vivir?

Ni unos lentes Carolina Herrera ni el mejor celular, ni ningún otro accesorio le agregan o le restan valor a ningún ser humano. Quienes así lo creen, deben trabajar su autoestima buscando las causas que les generaron su minusvalía. Ni pena ni vergüenza debiera darle a un Jefe de Gobierno acudir, como parte de su mandato a citas internacionales en un modesto avión. Pepe Mujica y el Papa Francisco son el mejor ejemplo de ello por todos, y no me refiero a los que profesan una ideología determinada, reverenciados, admirados, respetados y sin ningún afán de lucir gafas de diseñador. El valor de su persona así como la dignidad la llevan dentro, emana por los poros. Contra más grande es el personaje mayor humildad posee. Los gustos caros se valen, cuando los adquirimos con el sudor de nuestra frente. Comer una exquisitez, por supuesto, pero que salga de su bolsillo. Con todo respeto, no creo que en su vida previa a ser Presidente se pudiera dar estos lujos, es más, el buen gusto por la ropa y la comida no se aprende de un día para otro, se cultiva a través del tiempo.

Por otra parte, reintegrar los montos correspondientes, como sucedió con el bono de responsabilidad de Q50,000, no es ni debe ser suficiente para saldar el abuso de poder; esta práctica a todas luces es inaceptable, debe haber sanciones, además de la condena moral que desde ya recae sobre él de parte del pueblo, de ese pueblo que probablemente en su mayoría fue quien lo llevó a la Presidencia y del cual hoy, se ha olvidado. Ha quedado al descubierto la personalidad del gobernante.

Quiero invitar al Presidente, a que en estos últimos dos años que aún le quedan de Gobierno, modere su estilo de vida, a que visite las aldeas más lejanas; así como las áreas marginales y comparta con sus habitantes, hágalo sin publicidad. Trabaje en su humildad personal, los grandes personajes de la historia han sido humildes y cuando se alcanza ese grado de humildad que deviene del interior, surge una “dignidad” natural que no necesita de lentes Carolina Herrera ni mucho menos de extravagancias comestibles. Descienda Presidente, el puesto se le subió a la cabeza, doble rodillas en su habitación o en un lugar en donde nadie lo vea, verá como esto le ayuda a dejar atrás la soberbia y a ganar la humildad que tanta falta le hace. Deshágase del círculo de aduladores que tiene cerca, nunca es tarde para retomar el camino, permita que el pueblo le recuerde como el Jefe de Gobierno que supo rectificar a tiempo.

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