Emilio Matta Saravia
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Cambiar un modelo nunca ha sido fácil, es una tarea complicada que requiere mucha dedicación, esfuerzo, sacrificio y sobre todo, compromiso. Además de contar con una visión clara de hacia dónde ir y un plan comprensible y bien estructurado, por supuesto.

En el mundo empresarial, el gestionar cambios hacia dentro de la organización es una tarea tan estratégica y relevante, que hasta se ha definido un rol llamado Chief Transformation Officer (CTO) y es la persona que orquesta los cambios desde dentro de la organización. Y para lograrlo de forma exitosa, necesita del apoyo irrestricto de los accionistas, junta directiva y gerencia general, así como del apoyo y compromiso de todos y cada uno de los miembros de la organización, máxime si se van a tomar decisiones duras.

Si para cambiar una organización, por muy pequeña que sea, se requiere de un esfuerzo muy grande, se puede imaginar usted, estimado lector, el esfuerzo descomunal que llevaría cambiar un país. Y sin embargo, países como Chile en América, Sudáfrica en África, Singapur en Asia y Australia en Oceanía, nos dan una clara muestra que, sin importar las condiciones, el continente o la cultura, se puede transformar un país. Y los ejemplos anteriores no son solamente de transformaciones desde un punto de vista económico, sino también social. El caso más emblemático es Sudáfrica bajo la dirección de Nelson Mandela. Eso sí, se requiere el compromiso de todos sus ciudadanos.

En todo proceso de transformación los representantes de las distintas partes llevan a cabo negociaciones para lograr acuerdos, y estos se logran con base en escuchar a las demás partes, entender cuáles son sus intereses, expresar los intereses propios, estar dispuesto a hacer concesiones y ceder para que los intereses de sus representados puedan ser atendidos, y, sobre todo, las partes hacen el compromiso de cumplir los acuerdos logrados. Y los cumplen. Las organizaciones, comunidades y los países no se transforman con base en canciones interpretadas por artistas famosos en una campaña publicitaria, hay que dejar esto muy claro.

El primer paso, que siempre es el más difícil, hay que darlo. Y el primer paso es tener el convencimiento de que necesitamos esa transformación y el compromiso hacia nosotros mismos y hacia los demás de transformar al país. De transformarnos en un país de primer mundo, donde todos somos iguales ante la ley, donde todos gozamos de las mismas oportunidades en alimentación, salud, salubridad y educación, donde todos aportamos los recursos económicos (pagar impuestos pues) que nos corresponden, y donde bajo ningún punto de vista vamos a tolerar la corrupción.

El camino es muy largo, pero debemos dar el primer paso. El más difícil. ¿Estamos dispuestos a sacudirnos de una vez por todas a este sistema corrupto, clientelar, donde unos pocos (financistas y financiados) despojan a los demás de las oportunidades a las que tienen legítimo derecho? ¿Estamos dispuestos a formar un país de verdad, un país donde todos gozamos de las mismas oportunidades, donde en una escuela o en un hospital público vamos a obtener la misma calidad de servicio que en uno privado? ¿Estamos dispuestos a dejar de lado una ideología, si es que la tenemos, para transformar el sistema caduco, anacrónico y, otra vez, corrupto que tenemos? Yo sí. ¿Y usted?

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