En épocas de crisis los gobiernos realizan fuertes inversiones para incentivar la economía y acaso los dos ejemplos más notables los tengamos en la forma en que, bajo dos gobiernos distintos y con ochenta años de diferencia, Estados Unidos superó sus mayores crisis de la historia. Tanto Roosevelt como Obama implementaron un agresivo plan de inversión en obra pública que inyectó fuertes cantidades de dinero en la economía, apostando sobre todo a la realización de proyectos que mejoraran la infraestructura del país. La bonanza del New Deal implementado por Franklin Roosevelt duró varias décadas y la que propició el programa de Obama se nota hoy cuando el índice Dow Jones llegó al récord de 25 mil puntos.

Guatemala sufrió un fuerte freno en su actividad económica como resultado de las acciones iniciadas en el 2015 contra la corrupción, lo que confirma que mucho de nuestro giro económico tiene que ver con el dinero que se mueve en esas acciones ilícitas. Algunos hablan de ausencia de certeza legal como consecuencia de esas acciones y que ello ha desestimulado la inversión, pero la verdad es que pareciera como si el exceso de certeza legal, con el fin de la impunidad, ha calado mucho en agentes económicos acostumbrados a operar sin temor a consecuencias legales.

La desaceleración de la economía es un hecho y su reactivación se ve remota no sólo porque los agentes económicos sienten incertidumbre ante la nueva postura de aplicar la ley penal, sino porque el Estado no tiene políticas claras ni visión para impulsar una inversión pública consistente que inyecte recursos frescos en la economía y que nos permita ver el futuro con mayor optimismo. No nos hemos distinguido nunca por tener gobiernos eficientes y visionarios que entiendan el momento y planifiquen el futuro, pero nunca habíamos llegado a niveles tan deleznables de incapacidad como con este gobierno que no tiene norte simplemente porque ni siquiera saben qué es eso.

Nuestra infraestructura está en pedazos, pero las autoridades encargadas se pasaron el año pasado viendo como le pagaban a Odebrecht por un trabajo no terminado y mal realizado. Mientras en otros países se demanda a esa firma brasileña por los delitos cometidos, en Guatemala el presidente Morales y su ministro García únicamente se preocuparon por ver cómo pagaban millones bajo el pretexto de que de lo contrario nos iban a demandar, mismo argumento que han usado para ponerse de alfombra de los inversionistas que por corruptos o por babosos compraron TCQ.

Tenemos un gobierno sin la menor idea de qué hacer y el país va a la deriva.

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