Adolfo Mazariegos

El fin de año es aquella época en la que usualmente aprovechamos para hacer nuevos planes, para revisar lo que hicimos y lo que dejamos de hacer a lo largo de los trescientos sesenta y cinco días que están concluyendo, y para proponernos nuevas metas o retomar aquellos proyectos y propósitos que, por una u otra razón, probablemente hemos ido dejando de lado conforme van pasando los meses. En virtud de ello, este final de 2017 es también una buena oportunidad para reflexionar y meditar un poco en torno a los temas relativos a problemáticas económico-político-sociales que han afectado a Guatemala, y que, de alguna manera, han persistido a pesar de lo negativas que –evidentemente– resultan para una gran mayoría en todo el país. Vaya desde este breve espacio, por lo tanto, un sincero deseo de paz y bienestar para todos en este fin de año, que no falte el tamal y el ponche, que no falten los abrazos y los buenos momentos, que no falten los deseos de superación y las ganas de sacar adelante a este país de la eterna primavera, tan entrañable y tan golpeado al mismo tiempo, cuyas nuevas generaciones merecen (sin duda) una mejor calidad de vida y un futuro más brillante pleno de acciones positivas y metas cumplidas, sin zozobra, sin temores sociales; con oportunidades de trabajo digno y bien remunerado; con buena educación y buenos servicios públicos de salud; con seguridad en las calles y con la tranquilidad de saberse bien representadas por autoridades honestas, transparentes y con visión de Estado. Que este fin de año nos traiga a todos también un poco de sensibilidad y generosidad para compartir con quienes no tienen, y con quienes se encuentran en una posición de menor ventaja ante las inclemencias y vicisitudes de la vida; que empecemos a construir juntos una sociedad más justa y con menos desigualdades, una sociedad en la que sea normal tenderse una mano, ceder un asiento, permitir el paso… De todo corazón, que el 2018 traiga todo aquello que este 2017 que está a punto de concluir ya no tuvo tiempo. Y que las fiestas nos permitan asimismo no olvidar que el final de un año, independientemente de cómo concluya, también es un buen momento para agradecer, para reconocer todo lo que hemos tenido y todo lo que seguramente deseamos tener y que ojalá tengamos. Felices fiestas de fin de año, que el 2018 que está a la vuelta de la esquina sea tan próspero y venturoso como cada quien desea y espera. ¡Mis mejores deseos!

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