Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Nuestra legislación establece el procedimiento abreviado como un mecanismo para acelerar procesos y evitar prolongados juicios en los que la acumulación de recursos termina retrasando la marcha de la justicia. El elemento esencial del procedimiento abreviado es que la persona que es sindicada de la comisión de un delito admite su responsabilidad y recibe una pena que generalmente es menor a la que le correspondería si la causa llega a sus instancias finales. Varios de los que fueron acusados de participar en el Caso de Construcción y Corrupción, en el que la figura principal es Alejandro Sinibaldi, decidieron acogerse a este tipo de procedimiento, lo que implica, de entrada, la admisión de los cargos en su contra.

Siempre he pensado que lo más importante para reparar cualquier error o un crimen que uno haya cometido está en asumir uno su responsabilidad. Todos sabemos cuándo hemos actuado bien o cuándo hemos incurrido en errores, violaciones de la ley o cometido maldades. Y desde el punto de vista humano creo que el arrepentimiento es la parte fundamental de la expiación de una pena y sin ese detalle hasta el cumplimiento de una sentencia de cárcel queda únicamente en castigo, pero nada más porque el elemento fundamental para no volver a delinquir está precisamente en el arrepentimiento.

La mayoría de sindicados que enfrentan proceso con pruebas abrumadoras recurren a tácticas dilatorias con recursos frívolos e improcedentes (que aquí proceden porque nuestra justicia a veces es frívola) y están dispuestos a llegar hasta la casación tras varios años de juicio. Nunca reconocen que cometieron ningún delito y en el caso concreto de la corrupción, jamás admiten que fueron parte de ese vicio terrible que debemos erradicar en Guatemala aprovechando los pasos que se han dado para investigarlo.

En cambio, el reconocimiento de la responsabilidad penal derivada de la comisión de un delito, expresada voluntariamente al acogerse a un procedimiento abreviado en el que de manera expresa el sindicado admite su culpa, me parece mucho más edificante y, desde el punto de vista de las personas y su entorno familiar, digno de encomio. No puede hacer el mismo papel un padre de familia que enfrente una condena penal luego de haber admitido la culpa que aquel que se empeña en entrampar procesos y que ni siquiera ante la abrumadora evidencia tiene una mínima muestra de arrepentimiento porque, simple y sencillamente, insiste en que no ha hecho nada malo.

Creo que en la vida todos cometemos errores de mayor o menor magnitud y que únicamente el que es valiente y da la cara para asumir su responsabilidad sin andar buscando pretextos o justificaciones, termina dando ejemplo. En cambio, los que siempre encuentran argumentos para negar los hechos obvios y evidentes, los que pretenden culpar a otros o los que se “protegen” con abogados que saben cómo entrampar los procesos, lejos de dar ese ejemplo lo que hacen es persistir en su vileza o criminalidad.

El procedimiento abreviado tiene consecuencias en la vida porque implica una sentencia condenatoria. Pero también permite a quien admitió su culpa volver a vivir con la frente en alto.

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