No es exagerado decir que Guatemala está en el filo de la navaja porque la elección del Fiscal General será decisiva para el futuro del país. Si los postuladores y el Presidente siguen la tónica marcada en los últimos meses, harán lo imposible para nombrar a alguien que se encargue de ponerle la tapa al pomo a la lucha contra la corrupción, dando carta blanca para que el persistente saqueo de los fondos públicos quede definitivamente aceptado como parte de lo normal en nuestro país, de acuerdo a la expresión que el mismo mandatario usó para hablar del tema ante Univisión, enviando el mensaje a los televidentes de habla hispana sobre la pobrísima y triste realidad guatemalteca.

No es casualidad que este tema sea el que mayor interés genera en la actualidad porque se trata de una cuestión verdaderamente crucial y definitiva. No hay mucho espacio para que los ciudadanos nos sintamos optimistas porque el mismo mandatario ha dado abundantes muestras de su falta de compromiso con la lucha contra la impunidad y, más que eso, su determinación de terminar con ella como lo demostró cuando quiso expulsar del país al Comisionado Iván Velásquez, titular de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala.

Y es que está mucho en juego, porque no son simplemente hechos aislados de corrupción lo que hemos visto, sino un comportamiento generalizado en muchos estratos acostumbrados ya a que lo importante no es el desarrollo del país ni la atención a las necesidades de la gente, sino la coima que pueda haber en cualquier operación que haga el Estado. Se benefician los políticos, por supuesto, pero también otros que hacen pactos con ellos, como los sindicalistas que en vez de ofrecer al pueblo mejora de la calidad de sus servicios a cambio de mejoras salariales, lo que ofrecen es apoyo espurio para defender a los políticos ladrones.

Para donde volvamos la vista siempre vamos a encontrar tendencia a la corrupción que cínicamente hemos normalizado como si fuera parte de nuestra vida o de nuestra educación, como dijo el presidente Morales en la misma fatídica entrevista. Compras y contrataciones van encaminadas no a atender necesidades de la gente sino a nutrir las ambiciones de personas que han puesto el dinero como eje central de sus vidas y que pasan sobre leyes para lograrlo, no digamos sobre los viejos y añorados valores éticos y morales que antaño fueron el norte de la vida en sociedad cuando se valoraba la decencia de las personas más que el grueso de su billetera.

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