Félix Loarca Guzmán

En nuestro hermano país de Honduras existe una gran convulsión política por el perverso fraude electoral de los últimos días, constituyendo un grave retroceso para la democracia de la región. Si eso hubiera ocurrido en la República de Venezuela, el señor Luis Almagro, Secretario General de la OEA, más conocido por su vergonzoso papel como Ministro de colonias de Estados Unidos, ya hubiera armado un venenoso escándalo internacional con el apoyo de los principales medios de comunicación de la oligarquía del continente.

Sin embargo, como este “robo de las elecciones” se registró en un país aliado a los intereses de la Casa Blanca, Almagro ha guardado un profundo silencio. La misión de observadores que estuvo en Honduras el día de las elecciones en representación de esa putrefacta organización continental, apenas emitió un tímido pronunciamiento sobre este grave acontecimiento, que es un serio manotazo para los derechos humanos.

El carismático líder político Salvador Nasralla, candidato presidencial de la Alianza Opositora contra la dictadura en Honduras, con gran firmeza, ha afirmado que no reconoce los resultados electorales que favorecen al candidato oficial, Juan Orlando Hernández, el actual Presidente de ese país centroamericano.

El dirigente opositor, señaló en forma contundente que cuando se habían conocido los resultados de más del 50 por ciento de los votos, él llevaba una considerable ventaja sobre el candidato gubernamental. Sin embargo, luego de producirse un sospechoso apagón informático de ocho horas, los datos comenzaron a favorecer al Presidente Hernández.

Nasralla exige la revisión de 5 mil 100 actas electorales y el escrutinio voto por voto. Es conveniente señalar que según muchos analistas, más del 80 por ciento de la población hondureña, reconoce el triunfo electoral del candidato opositor.

Durante todos estos días, los sectores populares han estado protestando en las calles en contra del fraude electoral, produciéndose un clima de mucha inestabilidad e incertidumbre política.

Miembros de las fuerzas militares han reprimido al pueblo, con el saldo de varios muertos, numerosos heridos y detenidos.

El gobierno de Juan Orlando Hernández, tratando de intimidar e imponer el fraude electoral, decretó el Estado de Sitio con un toque de queda, que impide la libre circulación de los ciudadanos en horas de la noche.

En este escenario, los miembros de la Policía Nacional, se declararon en rebeldía, negándose a reprimir al pueblo, lo que configura un hermoso gesto de madurez política y de respeto a los derechos humanos.

Sin duda, el gobierno de Juan Orlando Hernández y el Tribunal Supremo Electoral de Honduras, han perdido toda credibilidad y están rodeados de un enorme desprestigio.

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