Adolfo Mazariegos

El jueves de la semana recién pasada, en el auditorio del Centro Cultural de España en Guatemala -antiguo cine Lux- en el centro de la ciudad, tuve la oportunidad de compartir con un grupo de escritores y editores (jóvenes la mayoría, y sin mencionar a los asistentes que sin lugar a dudas formaron parte importantísima del evento al que asistí) que de una u otra manera, pusieron su grano de arena para que una estupenda edición artesanal del libro ‘Soledad de todos modos’ viera la luz. Una antología de cuentos que recopila a los ganadores y finalistas del certamen ‘El Palabrerista, 2016’, convocado por la editorial artesanal ‘Los Zopilotes’ de Antigua Guatemala, que, en el tiempo que lleva de existencia, ha publicado ya alrededor de una docena de títulos entre poesía y narrativa, libros impresos y empastados en un formato que no deja de ser interesante y admirable, y que demuestra, además, que cuando realmente se desea hacer las cosas y se tiene un objetivo claro en el marco de la literatura y la edición (y probablemente de la cultura en general), tarde o temprano los esfuerzos y los proyectos llegan a verse cristalizados. “Lo difícil no era escribir, sino llegar a ser un escritor publicado” dijo en algún momento la escritora canadiense Margaret Atwood (autora de la novela en la que se basa la exitosa serie de televisión ‘El cuento de la criada’), palabras que reflejan, sin duda, una realidad con la que se enfrentan muchos escritores hoy día y que ven en proyectos editoriales como el de ‘Los Zopilotes’, una ventana de incalculable valor que merece no sólo un sincero reconocimiento sino todo el apoyo del que pueda disponer. El mercado editorial es complicado y arduo, de más está decirlo, pero los proyectos alternativos como los artesanales de los que hoy hago mención, están cobrando notoriedad, al tiempo que se constituyen en importantes escaparates para autores emergentes y para aquellos que de alguna manera desean ver su obra publicada. Además, los certámenes convocados anualmente por la editorial (poesía y cuento, alternadamente) merecen una mención especial, en virtud de que no solo dan la oportunidad de que muchos autores muestren su obra, sino que son llevados a cabo con mucho esfuerzo y entusiasmo, lo cual ya es bastante decir en un país que, paradójica y contradictoriamente, se cuenta al mismo tiempo con un premio Nobel de Literatura, pero también con índices muy altos y preocupantes de analfabetismo (pero ese es otro asunto del que seguramente hablaré en otro momento). Agradezco mucho a los editores por permitirme formar parte de la edición y del evento en el que no sólo conocí autores(as) y lectores(as) fabulosos, sino que también pasé momentos más que agradables, que justo es reconocer. ¡Enhorabuena! Y adelante, sin quitar el dedo del renglón.

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