Víctor Ferrigno F.

Invitado por el Gobierno, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, señor Zeid Ra’ad Al Hussein, visitó Guatemala el 17 y 18 de noviembre y, en su declaración oficial, al finalizar su periplo, puso el dedo en la llaga más dolorosa del país: la desigualdad, esa lacerante exclusión que nos roba el futuro y evidencia que hay dos Guatemalas: una que muere de hambre y otra que desfallece en el hartazgo.

Según informa la ONU, en su trayectoria profesional, Zeid ha adquirido una dilatada experiencia en los ámbitos de la justicia penal internacional, el derecho internacional, las actividades de mantenimiento de la paz de la ONU, la consolidación de la paz después de los conflictos, el desarrollo internacional y la lucha contra el terrorismo nuclear, teniendo un papel decisivo en la creación de la Corte Penal Internacional.

Esta vasta experiencia político-diplomática, sumada a su conocimiento sobre los pobres resultados que Guatemala recién alcanzó en el Examen Periódico Universal, donde se evidenció el incumplimiento del Estado en materia de DD. HH., y las entrevistas con víctimas de violaciones de los DD. HH., le permitió constatar que hay dos realidades en Guatemala.

“Para una pequeña minoría, Guatemala es un país moderno y funcional donde se concentra el poder económico y político; para el resto de la población, en particular para las mujeres, los pueblos indígenas, afrodescendientes, migrantes y personas con discapacidad, es un país donde han enfrentado toda una vida de discriminación, marginación y los efectos perniciosos de la corrupción y la impunidad”, sostuvo en su declaración, acompañando su aserto con una serie de datos estadísticos que fundamentan tan contrastantes realidades.

En declaraciones a La Hora, el Director Ejecutivo de la Cámara de Industria de Guatemala, Javier Zepeda, sostuvo que lo expuesto por el Alto Comisionado no es algo nuevo, y enfatizó que los guatemaltecos tienen conciencia de esa desigualdad, pero abogó por trabajar para combatir la corrupción y generar oportunidades.

Si bien la declaración de Zeid no es algo nuevo, sigue siendo dramáticamente pertinente, pues el funcionario de la ONU advirtió que su predecesora, Navi Pillay, visitó Guatemala en 2012, y advirtió que el país se encontraba en una encrucijada en la que debía optar entre profundizar las reformas para construir un Estado democrático de Derecho, o permanecer con un antiguo sistema injusto, donde unas pocas personas se benefician a costa de la mayoría.

“Cinco años después encontré a Guatemala estancada en esa encrucijada, pero lo que está en juego es aún mayor. Tomar ahora el camino equivocado implica el riesgo de retroceder y de que la transformación iniciada por una sociedad civil impresionante y vibrante quede paralizada”, declaró el Alto Comisionado.

Después de reunirse con la mayoría de sectores sociales del país, Zeid constató que ahora, más que nunca, nos encontramos en un parteaguas en el que cambiamos pacíficamente o sucumbimos en una espiral de conflictos sociales por la exclusión, el hambre, la pobreza, la discriminación y la inseguridad.

Antes de partir nos dejó un exhorto constructivo: “Si bien Guatemala enfrenta muchos problemas profundos, estos movimientos sociales brindan esperanza de que el país pueda afrontar sus múltiples desafíos. Mi Oficina y yo apoyamos completamente al pueblo de Guatemala en sus esfuerzos por transformar su sociedad. En ese sentido, insto al Estado a cumplir con sus obligaciones de derechos humanos, a trabajar con todos los grupos y pueblos y a desempeñar su rol esencial para terminar con la discriminación y hacer que la igualdad sea una realidad para todas las personas en Guatemala”.

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