Luis Fernández Molina

Todavía no son leyes, pero la Comisión Electoral del Congreso ya les dio el visto bueno para que pasen al pleno y con el voto favorable de 105 diputados se conviertan en ley previa sanción del Ejecutivo. Serán modificaciones al Decreto Número 1-85 Asamblea Nacional Constituyente, las que se adicionarán a las contenidas en el decreto 26-2016. Es evidente que la normativa laboral está “caliente” y que la población toca las puertas de madera del Palacio Legislativo; exigen a los diputados muchos cambios en lo que es el corazón de todo nuestro sistema político; el reactor nuclear que genera toda la energía. Es cierto que no todo lo nuevo es bueno por el solo hecho de ser nuevo, pero creo que será buena cualquier nueva disposición que deje sin efecto la manipulación, privilegios y monopolios del actual sistema electoral.

La normativa electoral es como una maquinaria de relojería cuyas ruedas dentadas deben encajar armoniosamente y hacer un juego perfecto. Por eso las reformas no son piezas aisladas, deben guardar una congruencia operativa. No quisiera que estuviéramos creando un “Frankenstein” con cambios diversos que luego no empalmen. Varios ejemplos cito adelante.

Otro aspecto que debe contemplarse es el evitar las impugnaciones. Ejemplo, el mismo TSE ha tenido criterios encontrados; ahora opina que sí son viables los subdistritos cuando hace poco se oponía argumentando que podían ser inconstitucionales. Cambió de criterio. Ello nos dice que puede haber muy dispares opiniones. Si no se cimientan las reformas dejarán el camino abierto para que más de alguien, purista o tendencioso, vaya a plantear una inconstitucionalidad de esa reforma y todos sabemos cuánto se tarda la CC en resolver estas acciones. En todo caso considero que existen avances notables, entre otros, los siguientes:

A) Voto nominal. Ha habido un poco de confusión en los términos “voto preferente” y “voto nominal”. Realmente lo que hay de nuevo es un “voto alternativo”. En toda nuestra reciente historia constitucional (y aun antes) hemos tenido la votación por listados, por cuyo medio se vota a determinado partido y no había otra opción de voto; es podemos llamar el sistema tradicional. En las boletas aparecían los símbolos de los partidos -colores azules, rojos, verdes, anaranjados, etc.- y las planillas numeradas. Ganaban los primeros de la lista (los que se puedan “colar”) según el número total de votos -conforme el método d’Hondt. Los mandamases de los partidos privilegiaban a quienes estaban colocados en esos primeros lugares y si “sobraba” algo les podía tocar algo a los de atrás. Era posible que un candidato bueno fuera colocado en un, digamos, quinto lugar; como muchos habrían de votar por ese candidato esos votos le servirían más a los de arriba porque iba a empujar en favor de los primeros lugares. Con la reforma lo que se pretende es que el ciudadano escoja entre utilizar el sistema tradicional (por el símbolo) aceptando la disciplina o “sugerencia” del partido o bien votar por las personas conforme la foto de algún candidato en lo particular. Se ofrece al votante una alternativa de sistema de votación.

Pero no es tan simple. Como arriba indico debe existir congruencia en las reformas. La alternativa de voto debe ir acompañada de la creación de los subdistritos; si así no fuera y veinte partidos postulan candidatos a diputados en todo el departamento de Huehuetenango o San Marcos, que tienen más de diez diputados, a cada votante se le entregarían veinte boletas con al menos diez fotos cada una. En los pocos segundos del sufragio el ciudadano tendría que evaluar ¡más de 200 fotos y solo para diputados distritales!
(Continuará).

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