Jorge Santos

Primavera con una esquina rota es el nombre de la novela que Mario Benedetti escribió en 1982 desde el exilio producto de la represión y dictadura militar en Uruguay y sin lugar a dudas es una de las novelas que más me han impactado en el plano personal. En esta novela testimonial Benedetti plasma la horrible experiencia que supone la detención, la tortura y la desaparición. Cuando la leí no podía dejar de hacer paralelismos con nuestra historia reciente y siempre pensaba en lo significó este tipo de hechos violentos sobre más de 45 mil personas en el país y sus familias.

Y es que Guatemala no cuenta con una historia de presos políticos como sí los tuvo Uruguay u otros países de América del Sur, el propio expresidente uruguayo José Mujica fue víctima del terror de Estado y sufrió prisión durante muchos años. Sin embargo, y lamentablemente no es sino hasta ahora en “tiempos de paz” en que conocemos el rostro de esta agresión contra la libertad y dignidad de los seres humanos.

Durante los últimos años hemos asistido como sociedad a la estrategia de criminalizar la lucha de los Pueblos, las resistencias al modelo económico impuesto o bien a los movimientos sociales y populares. Las luchas del pueblo q´eqchi´ por la defensa de la tierra y el territorio tuvieron como respuesta el encarcelamiento de varios de sus líderes, entre los cuales se puede nombrar a Ramiro Choc, quien pagó con su libertad la histórica lucha de su Pueblo. Así mismo y sin comprender la dimensión del fenómeno fuimos testigos de la estrategia impulsada por el monopolio del cemento en el país, para encarcelar a quienes defendían las flores y la vida en San Juan Sacatepéquez. De este proceso de criminalización hoy Guatemala sufre la prisión política de defensores de derechos humanos que tienen sentencias por más de 150 años de prisión por delitos de tal dimensión como el terrorismo y otros.

Con la misma suerte han corrido las resistencias a la implementación del Modelo Extractivista en el oriente guatemalteco; hombres y mujeres que de manera injustificada fueron encarceladas más de siete meses, sin que existieran las pruebas del caso o bien los casos de privación de la libertad de personas que por defender el agua para sus comunidades están guardando prisión en el departamento de San Marcos o Petén. Y habrá que recordar el caso de los presos políticos de Huehuetenango que luego de guardar prisión por más de año y medio deben de ser puestos en libertad por la ausencia de evidencia y pruebas que probará los delitos que se les imputaba. Hoy son defensores de derechos humanos de El Estor quienes son víctimas de una empresa minera de capital ruso que contamina el Lago de Izabal.

Mientras Guatemala cuente con presos políticos seguirá destrozando la unidad comunitaria, familia y nacional y es a esto a la que las y los guatemaltecos debemos rechazar y resistir.

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