Raúl Molina

La entrevista en La Hora al Embajador Luis Arreaga es preocupante. Entiendo los titubeos del nuevo Embajador, porque no es fácil representar a un gobierno incierto y errático como el de Donald Trump. Tampoco lo es tratar de compatibilizar los intereses de Estados Unidos y los otros poderosos en nuestro país con la necesidad de transformar el sistema político guatemalteco y sacar al país de su condición de Estado fallido. Reafirma los objetivos principales de su gobierno -Seguridad, Gobernanza y Prosperidad- pero hay que entender que son de Estados Unidos y no de Guatemala o la subregión centroamericana. Y ahí empiezan los problemas, ya que lo que ese país define como seguridad para nosotros es represión y antiinmigración. Se piensa que gobernanza son elecciones periódicas, aunque estemos infestados de corrupción e impunidad y sumergidos en la más abyecta injusticia social. Prosperidad siempre la ha buscado para los negocios de Estados Unidos. Centroamérica y México han hecho el trabajo sucio de limitar la corriente migratoria, actuando como “Migra”, y se les paga con eliminar el TPS, para quienes lo tenían, y negándolo, como siempre, para Guatemala. Así, los objetivos indicados garantizan políticas de rechazo y castigo para nosotros, no de cooperación para el desarrollo, palabra que ha desaparecido en su vocabulario.

La gobernanza de Guatemala es de lo poco en que puede existir coincidencia de intereses, porque después de todo, la corrupción y la impunidad fomentan el gran descontento ciudadano. Por ello, el titular de la entrevista dice: “Elección de futuro Fiscal General es fundamental”. Es aquí donde dice una cosa y hace lo contrario. Es imposible lograr un adecuado Fiscal General si el proceso de elección se deja en manos del Congreso actual, dominado por el “Pacto de corruptos”, y el Presidente Morales, señalado de corrupción y abuso de poder y protegido por dicho Pacto. El Embajador evita reconocer la incapacidad y falta de honestidad del mandatario, pese a tener en sus manos las pruebas del MP y la CICIG, y muchas más de sus agencias especializadas que operan libremente en el país. Sabe que de las y los diputados son contados los que merecerían visa para entrar a Estados Unidos si se aplicaran con rigor, y no políticamente, las normas correspondientes. Desde luego, para un país que ha apoyado a dictadores y genocidas, sostener mandatarios y congresistas acusados de corrupción y más le facilita el logro de los designios imperiales. Afortunadamente, la ciudadanía está en pie de lucha y eso también impacta en la Avenida La Reforma y Washington, como él admite. Mantener la presencia ciudadana en las plazas, calles y carreteras y, además, paralizar el país, desestabilizarán tanto la gobernanza como la economía. El Embajador no puede seguir dando el beneficio de la duda al Presidente y al Congreso, cuando la ciudadanía y el movimiento social exigen su remoción. Mientras más pronto se dé cuenta de que no hay salida a la crisis sin que eso ocurra dejará de sostener lo insostenible. No es frecuente; pero, en ciertos momentos históricos, el pueblo decide su destino. ¡Es hoy la hora de Guatemala!

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