Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

El día de la infamia, el 13 de septiembre del año en curso, fue aquel en el que 107 congresistas legalizaron la corrupción luego de que el presidente Jimmy Morales les dijera “legislen” y trascendió que luego de ser encerrados en el Congreso durante varias horas el 15 se septiembre, algunos diputados juraron venganza y más importante, que se asegurarían que todo siguiera igual.

Varios de ellos lo que recomendaron fue cautela y paciencia a los que estaban enardecidos porque según personas que estuvieron en el lugar, recordaron que la nuestra era una sociedad que no iba atinar a darle continuidad a la protesta; es cuestión de paciencia y esperar que esto a la gente se le olvide, repetían y vaya si no tenían razón.

Desde ese entonces a la fecha, fueron un poco más cautos al inicio, pero conforme han ido pasando los días y la presión sobre ellos cesó, han ido sacando más las uñas y preparando nuevas ofensivas que se materializarán antes que termine el año con el Presupuesto y la elección de la Junta Directiva del Legislativo en juego.

Cuando se presentó el antejuicio contra Álvaro Arzú, Julio C. Serrano (más conocido como don Próspero Ventura) Twitteo: “Si seguimos siendo un pueblo que diga “Robó, pero por lo menos hizo obra”. Nos merecemos esto y mucho más”, y creo que ahora hay que agregarle: “Si somos una sociedad a la que el Congreso le sobó la cara como lo hizo y no existió consecuencia alguna, nos merecemos esto y más”.

Y es que la sensación generalizada que hay en la clase política y en quienes no desean cambios, es que ya todo pasó, que ya todo se olvidó y que el parte es sin novedad. Esta semana ha sido convocada una protesta por la Asamblea  contra la Corrupción  y sé de otros esfuerzos que diferentes guatemaltecos están haciendo por lograr los cambios, pero es necesario que podamos sentarnos en una mesa para acordar esa agenda mínima.

Si nos llevan a elecciones en el 2019 bajo las mismas condiciones, será uno de nuestro más grandes fracasos sociales y no digamos si los mafiosos logran instalar en el Ministerio Público (MP) a un operador de las mafias que llegue a derribar los avances, a socavar las investigaciones y a consolidar el modelo de la cooptación y secuestro de los poderes del Estado y la institucionalidad misma.

La mayor habilidad de los que no desean cambios es lograrnos tener, a los que queremos cambios, distanciados, desconfiados los unos de los otros y acorralados por una institucionalidad que está secuestrada y que sirve para detener los cambios porque quienes están llamados a hacerlos, se resisten escudándose en esa falsa institucionalidad.

Si no logramos nada en esta oportunidad, tendremos que cargar en nuestra conciencia y rendir cuentas por haber sido incapaces de romper un perverso modelo que ha empobrecido a millones, ha robado oportunidades a los más pobres y ha puesto las cosas cuesta arriba para los honrados que quieren hacer bien. Qué Dios nos perdone si no logramos el objetivo.

Yo no desmayo aún y les pido que no lo hagan, pero sí es necesario que invirtamos más tiempo para encontrar esas maneras en las que no podemos unir y sobre todo, en las que podemos incidir en el futuro que necesitamos para tener algún futuro digno para todos.

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