Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

A raíz de mis últimas columnas en las que he hablado de una necesaria transición para lograr los cambios que el sistema necesita, algunas personas se me han acercado y me han preguntado qué opino del papel del presidente Jimmy Morales y de cómo se puede salir de la crisis sin la menor cantidad de sobresaltos posibles y argumentan que la economía se está resintiendo para los que tenemos oportunidades, no digamos para los que ya por ley de la vida, no las tienen.

He dicho en el pasado y lo sigo sosteniendo que Morales es el “tonto útil” de los que lideran la carga para que las cosas no cambien, he hablado que tenían ya cocinado su relevo y que la llegada del nuevo Embajador de los Estados Unidos alivió, momentáneamente, las cosas. Iban a sacrificar a Morales porque la gente entendió que la crisis que desató era insostenible y ante las muestras de apoyo a Iván Velásquez por su trabajo al frente de la Comisión Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), tanto local como internacionalmente, era mejor prescindir del mandatario.

Las cosas están en una tensa calma, pero no han cambiado y estamos cerrando una semana más sin que podamos hablar de cambios sustanciales que nos permitan ilusionarnos con el futuro, entonces algunos plantean que a Morales hay que dejarlo terminar para que la crisis sea “menos problemática”. Han querido vender que a menor cantidad de cambios, mejor la cosa.

Tres gentes me han dicho que lo mejor es que el Presidente “se quede quieto”, que se le deje terminar “en una labor que no huela ni hieda” y que es “más dañino para el país sacarlo que tenerlo ahí de adorno” porque al final me dijo uno, “vos mismo has dicho que el epicentro está en el Congreso”. Esas posibilidades ni viene al caso considerarlas, porque el mandatario sigue operando tras bambalinas para salvarse, salvar el sistema y asegurar la continuidad del modelo porque con eso estiman que se salvarán todos los que se sienten preocupados. Claro, el Congreso es la clave, pero el pacto de corruptos sigue vivo.

Con Jimmy Morales siguen teniendo eco y espacio especiales intereses que buscan que todo siga igual y no es porque exista una falta de entendimiento de que el cambio es un tema económico (eso creo que muchos lo saben), sino porque desean conservar el modelo para conservar negocios, privilegios, influencias, etc, etc.

Reitero lo mencionado en otras columnas en el sentido que Morales, al igual que Pérez en su momento, se puede salvar si rompe con sus roscas y se decide desnudar el sistema, evidenciarlo para luego liderar la carga del cambio. A mi juicio, ese es el problema, Morales no solo no hará eso, sino que no se queda quieto y opera para cargarse la lucha contra la impunidad y la corrupción.

Es por ello que he insistido en el tema de la transición y he dicho que reconociendo el peso de los Estados Unidos en nuestro país ante la falta de una agenda propia, se debe decidir con quién se hace esa transición, porque el tema no es que Morales dé un paso al costado porque si, sino porque no está comprometido con el cambio y sostenerlo así es imposible.

Y con relación a los que deseamos cambios, tenemos que tener la capacidad de sentarnos, escucharnos y acordar lo que sea necesario para lograr materializar el cambio y eso incluye un llamado a todos los sectores, a los buenos empresarios que desean un futuro mejor para que alcen sus voces y articulen consensos que nos permitan hacer ajustes y con ello mejorar el tema económico para todo, en especial los que nunca han tenido oportunidades.

 

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