Roberto Arias

Es necesario mantener los ojos abiertos y denunciar por el medio que sea, cuando veamos o nos ofrezcan un acto de corrupción. Esta es la única forma que logro percibir para conseguir la minimización de la corrupción en Guatemala. Acabar con ese ancestral flagelo es una quimera, dada la condición humana y el lado obscuro de su cerebro, especialmente cuando la falta de oportunidades es tan latente y tan obvia como en nuestro querido país.

En Guatemala se extiende una guerra entre los guatemaltecos. Los que se consideran buenos, honrados y pundonorosos, contra los que consideran malos, criminales y corruptos. Así, por lo menos, lo consideran los medios de comunicación y buena parte de la población.

Desafortunadamente, las mayorías no logran percatarse de que simplemente le están siguiendo el juego a los intereses de los gringos en Latinoamérica y mayormente a sus intereses en Guatemala.

En las plazas, en las redes sociales y en otros medios, ambos bandos utilizan apelaciones ad populum y ad ignorantiam, como Libertad; Soberanía; Justicia; Estado de Derecho; Democracia y demás palabras amuleto, como se les llama en Comunicación, sin que las mayorías conozcan el verdadero significado de esas palabras y menos aún, su fondo filosófico y político.

Desgraciadamente no se menciona al principal corista sobre esta contienda nacional por “la corrupción”: El gobierno estadounidense. Muchos saben y escudan con razones aparentemente válidas, a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), institución patrocinada mayormente por los EE. UU.

No olvidemos que en 2015, los gringos mandaron a destituir y encarcelar a Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, por competencia desleal en la producción de la corrupción y rebeldía de ambos. La destitución de presidentes no es la solución per se.
Una razón sólida, dentro de otras, por la que los gringos utilizan la estrategia “anticorrupción” es porque el efecto antigringo se ha fortalecido en la región por lo bestial que fue y es el Imperio en el saqueo mundial de los países. Razón por la que el gobierno de los EE.UU. induce ahora la “lucha anticorrupción” intentando empujar emociones morales globalmente reconocidas para el bienestar común. Así rehabilitar la imagen democrática y generosa de los EE.UU. ante el imaginario colectivo.

La “lucha contra la corrupción”, en un país desintegrado y convulso, con un futuro incierto como Guatemala, es una excelente herramienta para controlar/desactivar las propuestas de cambios estructurales, y generar una aparente sensación de unidad nacional frente al “enemigo común”: Los corruptos. Igual fue la “lucha contra el comunismo”.

Tengamos mucho cuidado, que vienen a terminar de saquear nuestros recursos naturales para sus empresas neo-extractivas, mientras nos tienen como yoyos, dormidos con su estrategia “Anticorrupción” y La Alianza para La Prosperidad. Ese es el fin último… Y seguir promoviendo la corrupción.

*Parte de este artículo es adaptado de un análisis de internet.

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