Francisco Cáceres Barrios
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Amolados seguimos estando los chapines. Si no es una cosa es otra. Las puertas de la justicia se han cerrado a la buena voluntad popular de castigar a quienes se embolsan o mal manejan los recursos públicos en vez de ser utilizados para lograr el bien común. Lo anterior se ha vuelto dificilísimo de lograr por cuanto los diputados en vez de ser responsables para cumplir con sus deberes los desatienden y para terminarla de amolar, obedeciendo consignas presidenciales, ahora se aprestan a quitar aquellos requisitos que la actual Ley de Compras y Contrataciones consigna, logrando con ello que se vuelva un panfleto sin valor alguno.

Eso es una cosa, y otra es que el Poder Judicial se volvió una Caja de Pandora. De ahí salen todos los males que la población quisiera erradicar, pues los jueces hacen hasta lo imposible por no dejarse quitar de las manos el hueso que a través de muchos años lo han estado acariciando, para terminar apareándose a los intereses de los corruptos, tristes personajes de nuestra política que no escatiman esfuerzo alguno para lograr sus propósitos.

Ahora más que nunca corroboramos la clase de juzgadores que tenemos porque sus resoluciones han sido controversiales, sea por sus antecedentes de favorecer a familiares de un jefe de Estado; porque más de alguno a pesar de ser familiar cercano a un funcionario público, se hace el desentendido sabiendo de antemano que su criterio es parcial; porque antes se ha desestimado quitarle la inmunidad a un funcionario, el que a voz en cuello ha proferido amenazas; también porque sus actuaciones han sido claramente discutidas, incluso, por haber dado motivo para quitarle su inmunidad, como merecer concretas acusaciones de parcialidad favoreciendo a un colega, con quien ha estado en contubernio. Por todo esto y por más cosas que todo el mundo sabe, el ánimo del más templado de los chapines se le ha venido al suelo.

Para confirmar que si no es una cosa es otra, el día anterior a escribir este comentario nos enteramos del descalabro por el que está pasando lo que debiera ser el mejor manejo de nuestras relaciones exteriores, cuando la persona que hace poco fue nombrada para ocupar el Viceministerio, sin preparación ni experiencia en la materia por cierto y que para colmo se ha distinguido por carecer de buen trato y tacto para con los demás, haya cometido el exabrupto de pedir y advertirle a Iván Velásquez, funcionario de las Naciones Unidas, de no interferir en asuntos internos del país, como que el convenio de cooperación suscrito desde el año 2006 no fuera lo suficientemente amplio y contundente.

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