Roberto Arias

La problemática que afronta Guatemala es ancestral. Es una guerra sin cuartel entre guatemaltecos que se etiquetan los unos a los otros. El pequeño círculo oligárquico se desarrolla y se desenvuelve nacional e internacionalmente, robándose los recursos naturales de Guatemala, incluyendo los asuntos financieros de la población y del país.

El principal operador y titiritero de toda la situación en Guatemala es el gobierno de los Estados Unidos de América.

Hay intervención directa de EE. UU. en los asuntos internos de los países de la región, como lo muestra su apoyo al golpe del Estado en Guatemala de 1954, en Honduras en 2009 y al gobierno de Otto Pérez Molina, a pesar del involucramiento de éste en actos de corrupción, hechos que fueron dados a conocer públicamente por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y el Ministerio Público (MP) en el caso “La Línea”.

A través de su embajada y Agencias (como la USAID, la NSA, el FBI, o la DEA), EE. UU. dicta varias de las políticas internas en materia de defensa, gobernación, educación e inteligencia estratégica del Estado. Con la actual crisis política en Guatemala, este tutelaje abarca a los Ministerios de Finanzas Públicas, de Economía y la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT). También a la Superintendencia de Asuntos Administrativos de Seguridad,  el Ministerio Público, etc.

En 2015, el gobierno estadounidense mandó a destituir/encarcelar al gobierno “mano dura” de Otto Pérez Molina/Roxana Baldetti por competencia desleal en la industria de la corrupción e insubordinación.

En 2016, para intervenir/apaciguar los restos del malestar social de los irritados de 2015, se “celebró” la fiesta democrática de las elecciones generales con narcopartidos y narcocandidaturas incluidos. Ganó el cómico/académico Jimmy Morales, del partido FCN-Nación (con narcofinanciamiento confeso). Los gringos, diligentemente aplaudieron y lo reconocieron. Pero no esperaban que el Fantasma, narcotraficante extraditado a los EE. UU., develaría públicamente los detalles de la “narcofiesta electoral”.

Con la finalidad de apuntalar el nefasto sistema neoliberal repudiado por las irreverentes resistencias comunitarias desde los territorios, Iván Velásquez, de la CICIG, promovió el intento fallido de las reformas constitucionales para barnizar el corroído sistema político y judicial. Pero, la bancada de FCN-Nación, no cooperó en tal cometido. Más por el contrario, Jimmy Morales intentó descabezar a la CICIG, antes de que Velásquez tocara la Constitución. Y, los gringos se enfadaron aún más, y sentenciaron la inminente destitución del segundo Presidente consecutivo de Guatemala en el lapso de dos años.

La ejecución de esta sentencia va en curso. Salvo si los gringos le encuentran otra salida al caos, y controlan la escandalosa trifulca interna en la rancia oligarquía que se montó en la ola de la “guerra anticorrupción” para el arreglo de cuentas a nivel interno… Continúa.

*Con referencias de información internacional y traducción libre.

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