El viernes a las cinco de la tarde, hora de Nueva York, el Presidente será recibido por el Secretario General de Naciones Unidas tras la gestión realizada por el Embajador de Guatemala, Jorge Skinner Klée, para abordar de forma urgente un tema relacionado con la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala. El presidente Morales le notificará al Secretario General que si no remueve él a Iván Velásquez, él va a declararlo persona non grata para expulsarlo del país.

Eso plantea un serio reto a la ciudadanía guatemalteca porque implica, ni más ni menos, el fin de la lucha contra la corrupción, y se dice que el mandatario está en un callejón sin salida y que lo que trata de evitar a toda costa es una investigación relacionada con el financiamiento electoral a su campaña y a su partido cuando él era, precisamente, el Secretario General y representante legal de la entidad política. Han convencido a Morales que la única forma de defender su Presidencia es saliendo de Velásquez, sobre todo ahora que Thelma Aldana con toda entereza anunció que si se remueve al Comisionado ella también renunciará por el significado que tiene esa agresión para descabezar a la CICIG.

Cualquiera que sea la razón que inspira al Presidente y su Canciller a promover en la Secretaría General de Naciones Unidas la remoción del comisionado Iván Velásquez, lo cierto es que desde el punto de vista del país y de la histórica lucha contra la corrupción significa el mayor retroceso imaginable y únicamente se compara con la intención desesperada de Otto Pérez Molina para no renovar el mandato de la Comisión, misma que fracasó ante la firme postura de la comunidad internacional de respaldo al trabajo que se venía realizando.

El presidente Jimmy Morales puede solicitar lo que quiera y tomar las decisiones que estime pertinentes, pero el pueblo, el verdadero soberano que sabe perfectamente el efecto de la corrupción y que no dudará de las motivaciones que pueda haber tenido el mandatario, es el que tiene la última palabra. Resulta quizá extremo decirlo así, pero este asunto no depende únicamente de la voluntad de una persona ni de un gobierno divorciado de la realidad del país. Es el pueblo el que tendrá que tomar una decisión en este momento crucial que se está viviendo y no caben medias tintas. O estamos contra la corrupción y sus gravísimas consecuencias o preferimos seguir viviendo en medio de la podredumbre. Nunca como ahora, los guatemaltecos hemos tenido que tomar una decisión tan importante.

Artículo anteriorLa arremetida contra Iván Velásquez
Artículo siguientePanamá exige visa a venezolanos para ingresar al país