Claudia Escobar. PhD.
claudiaescobarm@alumni.harvard.edu

Las muestras de violencia extrema, de intolerancia y las agresiones de grupos radicales son cada vez más frecuentes. El mes de agosto nos deja la sensación de estar viviendo una verdadera pesadilla y nos recuerda lo vulnerables que somos. Algunos actos violentos en distintas ciudades cobraron notoriedad, pero seguramente no serán los únicos, pues en todas partes hay quienes buscan sembrar el terror como forma de relacionarse.

En la ciudad de Guatemala, un grupo de pandilleros tomó por asalto el Hospital Roosevelt, con el fin de liberar a un delincuente – de alta peligrosidad– encarcelado en Fraijanes II, que había sido trasladado al hospital para un examen médico. Los mareros entraron y dispararon a diestra y siniestra, dejando un baño de sangre a su paso, hasta dar con el paradero del criminal a quien ayudaron a escapar. Aunque algunos de los atacantes fueron capturados, el peligroso delincuente logró su objetivo y es hoy un prófugo más de la justicia. En este triste episodio que, una vez más, enluta a nuestro país murieron 7 personas y otras más resultaron heridas.

En Charlottesville, una pequeña ciudad del Estado de Virginia en Estados Unidos, durante una manifestación surgió un enfrentamiento entre un grupo de supremacistas blancos y sus opositores. El desencuentro se desató a raíz del intento de retirar una estatua del General Robert E. Lee, quien dirigió importantes batallas durante la guerra civil por parte de los Estados confederados que apoyaban la esclavitud. Como consecuencia un conductor, vinculado a los grupos extremistas que sostiene la superioridad de la raza blanca, se abalanzó a toda velocidad contra los manifestantes, quienes apoyaban que la estatua fuera removida. Esto ocasionó la muerte de una joven y heridas de gravedad a otros participantes.

En la región de Cataluña en España terroristas de ISIS atacaron a la población en dos lugares turísticos. En Barcelona, el modus operandi fue similar a otros atentados en Europa; en donde un vehículo a toda velocidad pasó atropellando a los transeúntes mientras estos disfrutaban de un paseo en la concurrida calle de Las Ramblas. En Cambrils, los terroristas optaron por apuñalar a sus víctimas. Más de 15 personas fallecieron en los ataques terroristas en España y muchos más están heridos de gravedad.

Los grupos terroristas de cualquier denominación, los supremacistas blancos, los neonazis y los mareros centroamericanos tienen algo en común; utilizan la violencia extrema para imponer sus ideas y lograr sus objetivos. Siembran el miedo para paralizar a la población y difundir su mensaje de odio e intransigencia. Ante estos hechos que nos desconciertan y nos indignan, no podemos perder nuestra humanidad. Todos quisiéramos vivir en un mundo más seguro, pero responder de la misma forma que los criminales y exigir venganza nos deshumaniza. Dudo mucho que la pena de muerte como castigo sea la solución para evitar más tragedias como estas. Está demostrado que los países más seguros y menos violentos son aquellos en donde su sistema de justicia funciona adecuadamente.

Algunas personas, que fueron testigos de estos acontecimientos, relatan que en medio del caos hubo alguien que estuvo dispuesto a ayudar. Así como en el Hospital Roosevelt, las enfermeras y los médicos protegieron a sus pacientes. En los otros lugares siempre hubo alguien que atendió a los heridos, consoló sus familiares y se solidarizó con las víctimas. El camino a la paz requiere de grandes esfuerzos, pero hay que construirlo a través de la justicia.

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