Emilio Matta Saravia
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Resultó ahora que el señor alcalde, Álvaro Arzú, estaba bromeando cuando dijo en su discurso a los vendedores del “Amate” que agarraran a morongazos a los que se fueran a meter allí.

La broma en realidad ha sido su gestión edil, que comenzó en 1986 y no tiene visos de finalizar, todo lo contrario. También lo fue su gestión presidencial de 1996 al 2000. Una gran parte de la responsabilidad de esta situación recae en nosotros, por seguir eligiendo a nuestro bromista alcalde (me incluyo por ser parte del electorado, aunque NO le he dado mi voto en los procesos electorales al señor Arzú).

Parece broma leer en los periódicos una excusa tan burda para no quitarle el “derecho” de antejuicio al señor Alcalde. En realidad lo que da es pena.

No está de más enunciar la broma de transporte público que tenemos en esta ciudad, así como la zopenca tozudez de resistirse a ver a la ciudad y los municipios aledaños como un distrito metropolitano, no como municipios aislados. Sin ir muy lejos, ciudades como Bogotá, Buenos Aires y Santiago de Chile manejan ese concepto, tan sencillo para algunos, y que parece tan complicado, difícil y complejo para quien ostenta la vara edilicia de nuestra ciudad.

Que decir de las innumerables tragedias que han causado las lluvias en la ciudad, a causa de no tener un sistema de drenajes adecuado que evite las inundaciones y que se formen literalmente ríos en nuestras calles y avenidas. Por cierto que hace dos campañas electorales, cuando todavía hacía publicidad en TV y radio, ofreció que iba a poner sistemas de recolección de agua de lluvias para “solucionar” el problema del agua en la ciudad; de seguro que también era una broma.

Y como bromeando estamos, vayamos un poquito más lejos en la historia y recordemos que cuando fue presidente del país y privatizó los bienes del Estado, se le “olvidó” poner candados para que el destino de los fondos que se recaudaran con la venta de los mismos fuera en gastos de funcionamiento y la consabida corrupción, en vez de ser invertidos en mejorar las condiciones de vida de los habitantes del país, léase nutrición, salud y educación. Dentro de estos procesos de privatización, no está de más mencionar que, entre broma y broma, todas las personas que tenían una línea telefónica en propiedad la perdieron al privatizar Guatel, ya que sus líneas telefónicas pasaron a ser propiedad de la flamante Telgua.

Probablemente fue en son de broma que fue condecorado en aquel “famoso” concurso de alcaldes, como el segundo mejor alcalde del planeta Tierra, después del alcalde de París. Me late que los señores jueces de dicho concurso no lograron venir a nuestra ciudad y se conformaron con algunas fotos de las banquetas decoradas por el jefe edil.

Y total, que entre broma y broma, el señorón del Palacio de la Loba está en todo su “derecho” de incitar a la violencia, es más, lo avala nuestro sistema de justicia, que lejos de ser una broma, es un mal chiste.

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