Javier Monterroso

Los estudiantes universitarios han sido fundamentales en los principales cambios sociales de la historia reciente de nuestro país, por ejemplo en la Revolución de Octubre de 1944 donde junto a los maestros y el ejército tuvieron un papel de primer orden, o durante la época de las dictaduras militares en que la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) de la Universidad de San Carlos de Guatemala fue una de las principales voces contra la represión, pero lamentablemente también fueron víctimas de la misma, por ejemplo Oliverio Castañeda de León cobardemente asesinado por el gobierno de Romeo Lucas así como muchos otros dirigentes estudiantiles. Pero hay que decirlo también: durante buena parte del Conflicto Armado Interno la AEU se convirtió en un brazo de la guerrilla, situación que duró hasta la firma de la paz en 1996.

A partir del año 2000 la AEU fue cooptada por un grupo ya totalmente ajeno a la ideología de izquierda, que utilizaron las prebendas que les daba la asociación no solamente para enriquecerse a través del control de buena parte de los fondos de la Huelga de Dolores y otros recursos universitarios, sino también se involucraron en actividades delictivas y por supuesto en política partidista, la oposición a ese grupo fue acallada con violencia o por el contubernio con las autoridades universitarias de turno, incluso se creó una alianza perversa con la Municipalidad de Guatemala por el tema del transporte público que fue por cierto la única reivindicación popular que mantuvo la AEU durante los noventas.

Pero a partir de los casos de corrupción destapados por la CICIG y el MP en el año 2015 nuevamente los estudiantes universitarios salieron a las calles, y sin duda uno de los principales grupos que llenó las plazas fueron miembros de las diferentes facultades de la Usac, quienes por primera vez en la historia se unieron con estudiantes de la URL y de la UVG para crear un frente universitario contra la corrupción. Pero estos estudiantes fueron más allá de lo esperado: se dieron cuenta de que era necesario rescatar la AEU para que jugara nuevamente el papel destacado que le corresponde en la vida nacional y desde el año 2016 comenzaron un complejo proceso de diálogo con el Consejo Superior Universitario (CSU) para convocar a elecciones generales y elegir después de varios años una nueva AEU alejada de los intereses espurios que la mantuvieron cooptada.

Todo pareciera indicar que ese proceso culminará con las elecciones convocadas para los días 18, 19 y 20 de agosto, para las cuales ya se han inscrito al menos cuatro planillas en donde se incluyen varias mujeres, lo que refleja también el importante papel de la mujer universitaria en la actualidad. Sin embargo el proceso aún está en riesgo, hay fuertes intereses de los sectores vinculados a corrupción, clientelismo y nepotismo dentro de la propia Universidad que se oponen a las elecciones por lo que podría darse un escenario de lucha política y legal, los medios de comunicación y la sociedad deberían estar pendientes de ese proceso.

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