Carlos Soto Pineda

Cuando oigo la palabra MOVIMIENTO lo asocio a acción (actividad), si va acompañada de CÍVICO lo relaciono a los tediosos Lunes de los años ochenta donde bajo el sol «jurábamos a la bandera» y cantábamos el himno, y si me preguntan el significado personal de NACIONAL, pienso en algo propio del país, autóctono, como la selección de fútbol.

Desde sus inicios al enterarme de la existencia de un movimiento cívico nacional, lo vincule a búsqueda de protagonismo con fineselectoreros, al interés de sus fundadores u operadores visibles, de lograr una curul, réditos de poder y monetarios.

Para no «pecar» de prejuicioso, investigué quienes eran los representantes de esa «asociación civil no lucrativa que promueve el activismo cívico responsable, informado y activo en la política nacional» y que pretende «la renovación de nuestra clase política y el rescate de las instituciones de nuestra república» (sic)… y vaya que me dio pavor.

Mi abuelo materno me dijo «para conocer a alguien y prever sus intenciones sirve mucho saber de dónde viene… quien es su familia, la historia familiar».

No se necesita ser genetista o neurofisiólogo para entender que existe predisposición al delito por razones hereditarias y es conocida la afirmación de criminólogos de que la delincuencia o «actos reñidos con la ley» tienen una base biológica… en eso pensé al recordarme del «tigre del Ixcán» y de los libros «Los días de la Selva» y «Entre dos fuegos en los pueblos ixiles de Guatemala».

Por eso hay que indagar antes de opinar, de apoyar, censurar o reprobar algo.

No es lo mismo una persona que aconseja leer a Mario Payeras, a Gramsci que otra que públicamente recomiende la lectura de «La patria del criollo» y le atribuya la autoría de este genial ensayo a Francisco Pérez de Antón (sic), y que a todo lo que no comulgue con su forma de pensar lo llame «populismo» u otra sindicada de pertenecer a una red de corrupción diga que la aceptación de un soborno exigido a un empresario para que le paguen una deuda es «una donación que hizo para el desarrollo de una campaña de comunicación».

Menos mal que son los adalides de la «renovación» política de Guatemala y son los «rescatistas» de la institucionalidad de «nuestra República», viviendo de la coima, «nutriéndose» de la corrupción y de las agendas desestabilizadoras que les dictan para buscar la sedición en ciertas regiones de interés e importancia geopolítica, como lo están haciendo ahora con la República Bolivariana de Venezuela.

Siempre que veo u oigo despotricar a estos «Libertarios» vienen inmediatamente a mi memoria dos frases, una de mi amigo «Mauricio» del Ixcán, que cuando desenmascaraba a algún timador o abusador decía: «La que es se cree y cuando se lo dicen se ofende», y otra del Maestro Marco Augusto Quiroa: «la que es vuelve… con minifalda y diente de oro».

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