Raúl Molina

El sueño de Bolívar, tan preciado en nuestros libros de historia, la unión de los países de América Latina frente al “peligro del Norte”, es hoy traicionado por grupúsculos de las élites dominantes de la región de América Latina y el Caribe, quienes prefieren someterse a los designios del imperio. No representan la voluntad popular; ni siquiera en Guatemala, manejada por la Embajada, se lograron el rechazo oficial a la elección de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, por el Ejecutivo, ni el ataque a la soberanía venezolana, por el Congreso. Da vergüenza, sin embargo, apreciar cómo países de la región se sometieron a Donald Trump, mandatario lleno de odio a la inmigración latinoamericana que es rechazado ya por la gran mayoría del pueblo estadounidense. Trataron de convertir a la OEA, orquestados por Almagro, su Secretario General, en instrumento de intervención, y no lograron más que trece votos de treinta-cuatro Estados. Al final, se suman a las páginas negras de la historia: Argentina de Macri, Brasil de Temer, México de Peña Nieto, Colombia de Santos y otros títeres de Washington, como Costa Rica, Paraguay y Perú. Más preocupantes las posiciones de Colombia y Brasil, por sus fronteras con Venezuela, porque pueden ser territorio para la formación de grupos armados de “contras” venezolanos y mercenarios, para que Trump internacionalice el conflicto y desate una nueva invasión en la región.

Conformar una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) es la opción soberana para resolver una situación de crisis, particularmente cuando grupúsculos poderosos no responden a intereses nacionales sino que a sus inconfesables y mezquinos intereses, poder, y los del imperio, petróleo. Afirmo que la situación de Estado fallido y neocolonial de Guatemala obliga a convocar a nuestra propia ANC, no definida por una Constitución que ya no funciona, sino que establecida por y para las grandes mayorías bajo reglas nuevas. No queremos una réplica de nuestro ilegítimo Congreso y por ello tampoco queremos que sea el desgobierno actual el que la convoque. En Venezuela, la ANC fue convocada por el Presidente Maduro para parar la violencia y el bloqueo económico, alimentados con fondos estadounidenses, y toda la ciudadanía, incluida la “oposición”, fue invitada a participar. Ésta, la “contra”, la rechazó y prefirió lanzarse a una consulta nacional, sin control alguno ni verificación electoral, aduciendo haber contado con una cantidad de votos que no fue posible constatar, porque las “boletas” fueron destruidas. En los días previos a la elección se les ofreció el diálogo para resolver la crisis y, como prueba de buena voluntad, se trasladaron a arresto domiciliar dos líderes ya enjuiciados por tribunal competente. Contrario a este acto, los líderes instaron a continuar el bloqueo y la violencia en las calles. Ahora que han vuelto a la prisión, se oyen las voces ideologizadas pidiendo su liberación, cuando en otras partes del mundo, dichos líderes serían calificados de “terroristas”. El doble rasero gringo está presente, al igual que la traición de unos pocos latinoamericanos al sueño bolivariano.

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