Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Por lo general cuando se trata de analizar la actitud y el comportamiento de servidores públicos a los periodistas nos toca formular críticas porque desafortunadamente se ha perdido en mucho la mística del servicio y la enorme mayoría de quienes ocupan puestos de relevancia en el país aprovechan su poder para beneficio personal y para sacar raja, como se ha venido viendo a lo largo de este período tan denso de investigaciones relacionadas con la corrupción. Muy ocasionalmente tiene uno la oportunidad de elogiar acciones que se pueden considerar ejemplares y es el caso de lo que hizo esta semana Jorge de León Duque, Procurador de los Derechos Humanos, próximo a entregar el cargo, al afirmar públicamente que por haber sido electo para un período determinado, con vencimiento fatal producto del mismo mandato, no tiene derecho ni cobrará indemnización alguna, contrario a lo que se ha vuelto costumbre entre tanta gente que sin fundamento legal ni moral, se autoindemnizan, habiéndose llegado al extremo de que la misma CC lo ha convalidado para beneficio de sus propios magistrados.

Con la misma energía que debe criticarse la voracidad de quienes retuercen normas y principios para armarse con fuertes cantidades de dinero que tanta falta hace para impulsar políticas públicas que generen oportunidades para nuestra gente, debe felicitarse a quien asume una actitud digna de rechazo a las prácticas viciadas que forman parte ya de esa corrupción que muchos, no solo el Presidente, consideran como cosa normal.

Reconozco que cuando fue electo el Procurador yo tenía alguna suspicacia provocada, sobre todo, por su militancia con uno de los partidos «nuevos» en apariencia, pero viejos en mañas. Había sido electo diputado por CREO, organización que ha navegado con una falsa bandera desde su creación porque sus dirigentes han sido parte destacada de esa clase política tan criticada, especialmente cuando tuvieron control de Energía y Minas en un gobierno que se distinguió por ponerse de alfombra de la industria extractiva. Además, De León Duque podría haber tenido conflicto de interés al tener que fiscalizar a un gobierno presidido por quien había sido Jefe de Estado Mayor Presidencial de su padre.

Sin embargo, desde que asumió sus funciones se fue notando en él una actitud de independencia, tanto del partido al que perteneció como de cualquier asomo de vinculación con Pérez Molina y su comportamiento al frente de la PDH ha sido correcto en el cumplimiento de los difíciles retos que en un país como el nuestro enfrenta esa institución. En el acompañamiento a los esfuerzos por fortalecer al sector justicia, elemental para la plena observancia de los derechos humanos, Jorge actuó con valentía y determinación junto a la Fiscal General y al Comisionado de la CICIG. He visto en su actuación muchos ejemplos de entereza profesional y ciudadana, cosa rara entre nuestra colorida fauna de funcionarios.

Pero lo último que hizo, al señalar que no tiene derecho ni cobrará indemnización alguna, como han hecho tantos de los que han pasado por la misma PDH y por otros puestos que implican función por un período determinado, lo enaltece y confirma que se trata de una persona honesta y decente que, por ello, merece reconocimiento ciudadano.

Artículo anteriorCómo no llegar a ser Venezuela
Artículo siguienteSi es estructural…