Félix Loarca Guzmán

En lugar de facilitar a los contribuyentes el pago de los impuestos, la Superintendencia de Administración Tributaria, SAT, hace todo lo contrario.

El mejor ejemplo, es el engorroso mecanismo burocrático inventado por “los genios” de esa institución a partir del presente año, para el pago del Impuesto de Circulación de Vehículos.

Hasta el año pasado, los propietarios de vehículos podían ir con su tarjeta de circulación y su respectivo boleto de ornato a los bancos del sistema y en pocos minutos pagaban el referido impuesto.

Pero a partir de este año, y sin ninguna información previa, los funcionarios de la SAT, pusieron como requisito procesar a través de internet la boleta denominada DeclaraGuate, la cual se debe imprimir para presentarla a los bancos, ya que sin la misma no se puede hacer efectivo el citado tributo.

Muchos contribuyentes de condición humilde que no conocen el mecanismo de internet, han afrontando serios problemas para efectuar ese trámite, teniendo que pagar por la impresión de la boleta. Otro inconveniente es que tal documento solo tiene vigencia un día, constituyendo un obstáculo adicional para agilizar el pago del impuesto.

Sin embargo, el calvario no termina así, pues luego del pago del impuesto, hay que entrar de nuevo a internet para imprimir la calcomanía de circulación, que en la práctica es una simple hoja de papel.

Esta segunda impresión también representa gastos innecesarios para los contribuyentes que no manejan el esquema de internet.

Durante gobiernos anteriores, al efectuar el pago del impuesto, las autoridades tributarias entregaban una calcomanía que se adhería al vidrio delantero de los vehículos, como una constancia del cumplimiento del pago de la obligación tributaria.

Muchos automovilistas están molestos y consideran como una grave anomalía, que actualmente no solo se ponen obstáculos para el pago del impuesto, sino que de ribete, el contribuyente tiene que imprimir “su calcomanía” que no es tal cosa, sino una hoja de papel que el interesado tiene que aportar.

El Superintendente de Administración Tributaria, SAT, Juan Francisco Solórzano Foppa, quien tiene mucha predilección por hacerse “imagen” en los medios de comunicación, debería evaluar que los servicios de esa institución en lugar de ir mejorando van para atrás como el cangrejo.

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