Cada vez surgen nuevas estructuras criminales que están enquistadas dentro del Estado y que por medio de la corrupción se dedican a ordeñar los recursos públicos o cobrar las mordidas con las que amasan sus millones. Los casos de cooptación del Estado y ahora el de Alejandro Sinibaldi no deben considerarse como formas novedosas de acaparar el poder político para generarse fondos ilícitos, sino que únicamente otra etapa de la eterna piñatización de los recursos públicos.

Por ejemplo, en el caso cooptación cambiemos de gobierno y de financistas y analicemos quienes ocupaban los puestos para cumplimiento de compromisos con los financistas de campaña. Hagámoslo con el gobierno de la UNE y veremos que, en la Secretaría Privada, el Ministerio de Energía y Minas, INDE, MICIVI, SIT y la compra de fertilizantes se hicieron nombramientos para “honrar” a quienes le dieron los fondos a los Colom Torres desde el sector empresarial sin olvidar a los “otros financistas” (narcos) que hubo en dicha campaña.

Con el caso de los del PP, cambiemos de ministerio y probemos con Energía y Minas. Los medios del ministro recibían pauta publicitaria de todas aquellas empresas que tenían que tramitar licencias de la cartera. ¿Será que no eran formas de lavar dinero? ¿Cuál es la diferencia entre los capturados el viernes y los operadores de los negocios de aquel ministro? Nada. La verdad es que las estructuras han sido utilizadas permanentemente para el lavado de los recursos corruptos.

Es cierto que Guatemala es un país bien estructurado ya que por todos lados notamos la presencia de estos grupos que sin importar quien queda en el poder, siguen siendo los beneficiarios de la corrupción y generando programas, obras, contratos y demás con la certeza jurídica de poder cobrar sus comisiones y mordidas.

Si los funcionarios fueran tan ingeniosos para desempeñar sus puestos como lo son para robar, moriría menos gente por la inseguridad o falta de salud y muchos pobres verían mejores oportunidades sin tener que emigrar hacia los Estados Unidos para mantener a sus familias.

Es muy importante que entendamos, al fin, que la corrupción no empezó con Otto Pérez, Baldetti, Sinibaldi y los “patrioteros”; sino que ellos solamente continuaron con la práctica de mejorar y superar los saqueos como lo ha hecho cada uno de los gobiernos de la “era democrática”.

Hay que romper esa tradición de estar estructurados en un sistema diseñado para el saqueo. Hay que hacer más largos los brazos de la justicia para que todos, absolutamente todos los gobiernos paguen sus asquerosos negocios.

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