Fernando Mollinedo C.

El dicho popular con que titulo el comentario de hoy, deviene prácticamente de la inacción que manifiesta la población respecto a los problemas nacionales, regionales y locales donde desarrolla sus actividades y por ende les afecta de manera directa o indirecta.

Sin embargo, por cultura o tradición ancestral, corregida y aumentada durante los últimos cincuenta años de guerra interna o conflicto armado, la población rural y urbana en resguardo de su vida aprendió a “no meterse en babosadas”, es decir no protestar ante las injusticias cometidas por el Gobierno, gobernaciones o alcaldías en el ejercicio del poder; porque con un “chillo” falso y/o mal intencionado, la “autoridad” se los “mandaban a traer” sin preguntar nada y los desaparecía por “arte de magia”.

Y así van pasando los años, nos vamos haciendo viejos y observamos la forma descarada en que los gobernantes de ayer y hoy siguen con la inveterada costumbre de sentirse iluminados para gobernar, amparados por su dios de codicia, importándoles “un pito” su ignorancia y cediendo ante las tentaciones de hacer dinero fácil que con un trabajo honrado y digno jamás hubieran podido hacerlo.

Para ello no les importó ni ayer ni siempre vender el concepto de soberanía, respeto, propiedad social y mucho menos su dignidad comprada por “unos dólares más” y los efectos narcóticos de sustancias prohibidas para la sociedad pero “autorizadas” para ellos; líquidos embriagantes de diferentes calidades y orígenes, cuerpos femeninos de importación catalogados como bellos para la reducción del supuesto “es3” que produce la dificilísima tarea de gobernar el país, la región o el territorio local.

Y la población no dice ni “cuío” porque sabe que de una u otra forma los funcionarios y empleados ladrones no serán castigados; entonces ¿para qué “hacer olas”? Claro que hay algunos que por hacerlas son remunerados por los intereses comerciales de algunas potencias comerciales que ven en esta población la posibilidad de acrecentar su patrimonio creando las necesidades sociales por medio de publicaciones, propaganda o cualquier medio.

La población en términos generales se siente satisfecha por sobrevivir con un trabajo que le proporcione el ingreso económico justo para no morir de inanición y canaliza su frustración tomando “guaro”, cerveza y cuanta babosada sirva para eludir la realidad que no puede quitarse de encima.

Para ello, existen las más variadas excusas: ¿sos del Real o del Barsa; rojo o crema, casado feliz o casado con “clavos”, soltero que “chupa” como albañil o albañil que “chupa” como estudiante?

Mientras tanto, los gobernantes de todos los tiempos hicieron y siguen haciendo uso del poder para dejar “en trozos” el erario nacional y engordar sus cuentas bancarias personales, de las esposas, sus mujeres, compañeras y/o amantes, hijos, sobrinos, tíos y cuanta persona cercana pueda serles útil como testaferros para “disimular” todo el pisto hueveado.

Mientras tanto la población inerte, impávida, indolente y tranquila. Por ello, los ladronotes que le “tomaron la medida” seguirán hueveando per sécula seculórum.

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