En La Hora sostenemos que el secuestro del sistema político anuló la democracia y que por ello los políticos son representantes de los poderes ocultos, pero no del pueblo. Por ello no sorprende que el presidente de la Cámara de la Construcción, José René González Campo, expresidente del CACIF, haya aprovechado el escenario que compartía nada más y nada menos que con el presidente Morales y el alcalde Arzú, para dar cátedra diciendo que había que respetar a los políticos “porque nosotros los elegimos”, saliendo en defensa de los cuatro testaferros que están ocultando a los verdaderos financistas del cabildeo para escabecharse a la CICIG, diciendo que merecen “todo nuestro apoyo y respeto”.

Se sabe que el apoyo a la lucha de la corrupción entre muchos sectores ha sido del diente al labio porque resienten que las investigaciones hayan avanzado tanto y que comprometan a algunos de sus pares. Cuando presidió el CACIF, González Campo manifestó respaldo a las investigaciones de la Comisión Internacional contra la Impunidad, pero ahora que, según dijo Linares Beltranena, poderosos empresarios que prefieren actuar en secreto están financiando el cabildeo contra la institución, resulta que nos quiere dar lecciones de cómo hay que respetar a los diputados.

Hace mucho tiempo que los grupos que operan las redes de la lucha a favor de la corrupción vienen despotricando e insultando a cualquiera que no comparta su afición por el trinquete y la impunidad. Mienten e insultan de la peor manera, pero resulta que a ellos hay que mostrarles “todo nuestro apoyo y respeto”, sobre la base de que son representantes de algunos intereses tan oscuros como ese financiamiento para el cabildeo.

Quienes tienen techo de vidrio sienten deber de cerrar filas. Los que han sido parte de contratos en los que “no hay obra sin sobra”, como tan gráficamente lo definió Gunther Messing cuando dirigió en Guatemala la corruptela que administró en tiempos de Berger la Organización Internacional para las Migraciones, temen a un modelo en el que se termine la impunidad. Entre ellos se incluye, desde luego, los constructores de ese mamarracho de aeropuerto que fue edificado bajo ese patrón asqueroso en aquel gobierno.

Los ciudadanos dignos se deben indignar por el irrespeto de esas autoridades electas mediante campañas millonarias financiadas por fondos corruptos más que por la descriptiva expresión que utilizó un Embajador. Los que eligieron a esas autoridades, financiando sus campañas para mantenerlos cuatro años en planilla tienen razón de saltar en su defensa porque, al fin y al cabo, son sus representantes.

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