En cuestión de horas ha quedado pintada tal cual es la política exterior de Guatemala gracias a la incapacidad y malas intenciones. Empezando con un «embajador», Marvin Claus Mérida, quien pudiera parar hasta preso por los métodos de recaudación de fondos sin reportar qué hizo para la campaña de Jimmy Morales y que sigue usando el poder que le dio el Presidente.

A Mérida hay que endosarle también la «ideota» de llegar a Estados Unidos pretendiendo que las instituciones le escucharan a él mientras despotricaba contra el representante de ese país en Guatemala.

Posteriormente, el canciller Carlos Raúl Morales y su viceministra Ana María de Diéguez se esmeran por querer vernos la cara de idiotas a todos. Trabajando para Otto Pérez serrucharon el esfuerzo de la CICIG para reformar el Sistema de Justicia y desde hace meses se sabe de las gestiones que esta gente, que viene desde el Gabinete del gobierno Patriota, ha venido haciendo y permitiendo en contra de la comisión y de la lucha contra la impunidad en Guatemala. Para la llamada cumbre de Miami sobre el Plan de la Prosperidad había hasta una conferencia específicamente sobre ese tema con la participación de la Fiscal General, Comisionado Velásquez y Jimmy Morales. El evento, que evidentemente captaba la atención de los otros países por los avances que se han obtenido, fue cancelado por la negativa del Gobierno de incluir a la Fiscal en la comitiva oficial.

Y a eso hay que sumar los contratos que hacen y deshacen con firmas de cabildeo en Estados Unidos. Resulta que un Embajador del Ministerio de Relaciones Exteriores en el mes de abril suscribió un contrato para «lavarle la cara al Ejecutivo ante los funcionarios de Estados Unidos» y del que ahora en Cancillería dicen que no sabían nada. Después de ese contrato se firmó otro en que cuatro diputados dizque pagarán más de medio millón de quetzales al mes para que relaten los «abusos» de la lucha contra la corrupción y la impunidad.

En la política exterior de Guatemala queda claro quién y cómo la están manejando. Forzados por la realidad se han tenido que quitar las máscaras aunque tratan de seguir guardando las apariencias recurriendo a su experiencia diplomática. Queda pendiente un gran detalle, como es conocer quién es el «altruista» que está financiando a tales personajes para que le echen una manita al Canciller para obtener su viejo objetivo de remover a la CICIG y de callar a los embajadores que considera metiches. Así se maneja la política exterior de Guatemala.

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