Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

La reciente visita del Presidente de México ha producido varios comentarios por respetables columnistas; uno de ellos, el publicado por Hugo Maúl, quien como todos sabemos es un economista, profesor en la Universidad Francisco Marroquín, que se caracteriza por sus permanentes expresiones sobre la libertad de empresa.

En la columna que Maúl publicó menciona que el 11% de los productos de la canasta básica son de contrabando. Ignoro cómo Maúl estableció dicho porcentaje, en todo caso he sabido que personas individuales y también comerciantes afincados en los departamentos que colindan con México traen, consumen y/o revenden productos hechos en México.

La explicación para un hombre que como Maúl conoce lo que es libre mercado es simple: si un paquete de cereal o una pasta dentífrica o un cartón de huevos producido en México, muchas veces de la misma marca que los producidos en Guatemala, vale el 20% el 30% menos, incluso contiene más producto, el consumidor va a optar por el producto elaborado en México por cuanto el mismo le significa 30% menos de costo.

Debe agregársele que los salarios, como ya lo he mencionado en otras de mis columnas y también lo han planteado diferentes columnistas en los medios escritos, ha perdido el 30% de poder adquisitivo, esa es la respuesta lógica.

Lo más que se puede pretender es que los productos tan competitivos del lado de México se empuerten aprovechando el Tratado del Libre Comercio entre México y Guatemala, pagando solo el 12% de IVA. Con ello, el Estado no dejaría de percibir el Impuesto al Valor Agregado y el consumo, o el importador estaría logrando el beneficio que la oferta mucho más atractiva de productos mexicanos tiene para el consumidor guatemalteco, que somos todos.

Hugo Maúl sabe que durante más de 50 años los industriales y productores de artículos de la canasta básica se han beneficiado de leyes de fomento, de exoneración de impuestos y que gracias a ello se han producido enormes concentraciones de riqueza. Sin ir más lejos, un conocido grupo de empresarios importan el trigo, producen la mayor parte de la harina, de los concentrados, también producen la mayor parte de los huevos y del pollo, igualmente producen embutidos, pastas alimenticias y son grandes inversionistas en la generación eléctrica y en la telefonía.

En síntesis, en los últimos 25 años han incrementado su patrimonio 100 veces, lo que les ha permitido tener una enorme influencia económica en las organizaciones empresariales y en los diferentes gobiernos y por su puesto ser uno de los principales patrocinadores económicos de la Universidad Francisco Marroquín, todo a cambio de mantener enormes beneficios a costa del consumidor, principalmente sobre los asalariados.

En conclusión: el libre mercado es permitir la competencia. Si México produce a menores costos, Guatemala tiene que igualarlos o permitir que esos productos sean importados, pagando el IVA, y ante todo beneficiando al consumidor, que en la mayoría de los casos no puede actualizar sus salarios al ritmo que debiera de hacerse para mantener el poder adquisitivo, que les permita vivir como clase media y no en pobreza o extrema pobreza.
¡Guatemala es primero!

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