Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

De sobra conocen los amables lectores el significado de la expresión empleada en el titular de este comentario, como la incidencia que tiene en la vida económica y social de nuestro país. Pero esta vez he querido referirme exclusivamente a la cantidad de accidentes de tránsito que ocasiona el conducir vehículos automotores en estado de ebriedad, lo que ni las policías municipales de tránsito, la nacional, el Ejército y las demás fuerzas de seguridad nacional juntas han podido, ni podrán evitarlo, mientras cada una de ellas no ejecuten las actividades que les corresponde, ni hagan la suficiente inversión, mucho menos, si no han sido capacitadas para ello.

Para empezar, si tomamos el número de agentes de policía que tienen el deber y la obligación de velar porque el tránsito de vehículos automotores se haga de manera segura y lo dividimos entre el número de vehículos que hay circulando en el país obtenemos un índice desventajoso e inadecuado, pero si a ello le sumamos las demás causas que provocan miles de accidentes a diario, vamos a comprender de mejor manera la gravedad de la situación por la que estamos pasando al punto, que su pronóstico es de carácter reservado, término que utilizan los médicos ante el caso de un paciente sufriendo una enfermedad terminal.

Desde la década de los 80la prevención de accidentes se tiró al cesto de la basura y se dejaron de hacer estudios o planificaciones para implementarla, aunque si los hubieran realizado terminarían en el mismo lugar en donde refunden los proyectos de desarrollo. Por ello es que todos estos años muy poco o nada se ha hecho para educar, formar o capacitar a los conductores de vehículos, como tampoco lo han logrado los cientos o miles de “operativos”, término que emplean las autoridades para denominar a un conjunto de acciones para contrarrestarlos. Por ello los índices suben hasta llegar a competir por el primer lugar que ocupa la delincuencia.

¿Cómo pudieron pensar nuestras autoridades que tales operativos podrían funcionar, cuando según la PNC solo cuentan con quince equipos para hacer las pruebas de alcoholemia a escala nacional? Aunque los accidentes provocados por los conductores ebrios ocurren a toda hora, ¿cuándo ha visto usted amable lector patrullar en la capital a los vehículos de la PNC o los de EMETRA, en las noches o en las madrugadas, cuando ocurren con mayor frecuencia estas transgresiones a la ley? Y a propósito, ¿cuándo se va a cumplir la prohibición de no vender bebidas alcohólicas desde la una para las seis de la mañana? Tristemente, por la negligencia del Estado es que ya no se dan abasto los camposantos.

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