Gladys Monterroso
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«Hemos llegado a un caos intelectual.»
Aleksandr Solzhenitsyn

Vivimos en el país, en el que el gran Gabo no hubiera podido escribir sus famosas obras, ¿Por qué? Se preguntará distinguido amigo, la respuesta es que simplemente, en este país suceden situaciones tan inauditas, que superan cualquier novela o cuento de un realismo mágico inimaginable.

Todos los días, nos enteramos de sucesos en relación a la actuación de los funcionarios públicos de cualquier índole, que supera la imaginación del mejor fantasioso, veamos algunos ejemplos.

El Congreso, aprueba con el voto favorable de 81 representantes de la sociedad guatemalteca ¿Así de buenos lo son? El Decreto 7-2017 que reforma el Código de Trabajo, pero, ¡oh desconsuelo!, el mismo es derogado dentro del propio texto de la ley, si, aprobaron la redacción final los señores diputados, pero ¿Le pusieron atención a esa redacción final? Aparentemente nadie lo hace, ni siquiera la Junta Directiva, ni las secretarias.

Continuando su camino, para vergüenza del país, en el proceso de nacimiento de la ley, la misma debe ser sancionada por el Presidente de la República ¿Nuestro Presidente no lee todo lo que firma? Pues por lo visto no es así, ya que visto está que ni lo lee, ni se lo leen, o si lo hacen lo hacen mal, ya que semejante despropósito legislativo, fue sancionado por el mandatario sin inmutarse siquiera, y el despropósito que se convierte, como mínimo en sonrojo para cualquier ente pensante (Que lo somos todos, o casi todos) continua su procedimiento normal para ser publicado, y ni en ese momento, nadie repara en la enorme sinrazón que está a punto de culminarse, así que la misma es enviada para su publicación, y ahí sí, ya nadie puede hacer nada.

Podríamos entrar en el Libro de Records Guinness por varias situaciones, que vivimos como sociedad, una de ellas es crear leyes muertas desde su nacimiento, lo peor habiendo cumplido con todo el proceso de creación de una ley hasta su propia publicación.

Otro tema, que ni el propio Gabo pudo imaginar, estriba en que tuviéramos un Presidente multifacético que, incluso, crea una nueva corriente del pensamiento y le bautiza con el pomposo nombre de Jimmylosofía, cuya piedra fundamental es la siguiente: «La verdad es la verdad» e incluso al dar a conocer la nueva corriente del pensamiento, basado en todas sus citas, realizando en su discurso una frase atribuida a Sócrates, por lo que se entiende, el Presidente sabe a qué se refiere.

¿Parará a los anales de la filosofía la corriente creada por el Presidente? Probablemente como parte de las anécdotas de lo que no debió ser, pero que sin embargo fue.

Otro tema digno del realismo mágico, es la actuación en no pocos casos del MP, veamos un profesional de las ciencias económicas, tiene un altercado con un taxista porque el segundo tira basura en un predio común, llegan a los golpes, la familia del profesional interviene, amenaza el taxista a la esposa del auditor, ella pone la denuncia correspondiente y aparentemente ahí termina el problema en su primera fase.

Pero ¡oh, sorpresa!, tres meses después a las 6:05 am llegan al domicilio del auditor veinte, si señores, veinte hombres armados con sus respectivas pasamontañas, pero, asimismo, con sus chalecos de MP y PNC, con lujo de violencia allanan la residencia y se llevan detenido al auditor, quien en el lapso de casi veinticuatro horas se da cuenta de muchas interioridades de ese pequeño procedimiento legal, pero no de lo que enseñan en las facultades de Derecho, conoce lo que enseñan los verdaderos delincuentes, sí, ellos saben más que muchos abogados como salir del problema.

¿Era necesario tal despliegue de fuerzas armadas para detener a un profesional por un problema de convivencia con su vecino? Y ¿Así de peliculescamente atrapan a los mareros, extorsionistas, matones, sicarios y demás delincuentes los señores del MP? Me parece que no, y por lo mismo asumo que gastan mucha pólvora en zanates.

¿Hasta cuándo viviremos entre tanto despropósito?

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