Dr. Luis Fernando Cordón Morales
@lfercordon / buzonasprodecogt@gmail.com

“Todo se pensó para que la justicia no funcionara”; así lo dijo el Comisionado Internacional Contra la Impunidad en Guatemala al intervenir en la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa, celebrada la semana pasada en nuestro país, donde al expresar tal afirmación agrupó como actores a políticos, jueces, bufetes y empresarios, no improvisados sino que organizados para garantizar sus beneficios y para resistirse a desaparecer.

Habrá que ser muy ingenuo, desinformado, desinteresado o cínico (por conveniencia) para negar la realidad de lo pronunciado; sin embargo, también resulta necesario resaltar el foro ante el cual se expresó, “la prensa”, misma que ha sido igual de responsable y encubridora de la situación del país, ya sea por ser pasiva o activa ¿Acaso no fueron los medios de comunicación tradicionales los que ensalzaron en su momento a los políticos procesados, antejuiciados, señalados y ahora en resistencia? y que son los mismos medios, que junto a los no tradicionales (digitales no regularizados) los que ahora están glorificando personajes, algunos poco calificados y provenientes del mismo sistema, hambrientos por tomar los espacios cedidos involuntariamente por sus antecesores; dedicándoles reportajes vanos; asignándoles seudónimos exagerados; y, otorgándoles reconocimientos innecesarios, como lo hicieron en el pasado, que lo único que producen son funcionarios arrogantes, deseosos de reflectores, que se sienten infalibles y hasta hipersensibles ante la crítica o a la negativa de rendirles pleitesías, dejando de considerar que son aves de paso en las instituciones, que las circunstancias son cíclicas, la responsabilidad legal temporal y la moral atemporal. Eso tampoco es pensar en justicia.

La resistencia a la impunidad y la corrupción se da porque no hemos cambiado de actores y seguimos permitiendo que los mismos o sus secuaces muten de gobierno en gobierno, de institución a institución, de partido a partido, de padrino a padrino; solo es de voltear a ver quiénes ostentan cargos públicos (remunerados o ad honorem), de donde vienen, sus intereses, su fuente de ingresos, sus aptitudes, de quienes se hacen acompañar, los asesoran y escuchan; a eso, hay que sumarle qué medios de comunicación los enaltecen o atacan.

Para la lucha contra la impunidad y la corrupción, quienes deben de aporrear la mesa es la ciudadanía, que ya ha demostrado que pacíficamente y con convicción pueden lograr los cambios profundos de nación que tanto se habla, pero poco se hace, es la población la llamada a organizarse, sin manipulación de ningún tipo, para exigir lo que por derecho les corresponde y sin permitir que nadie alce la voz más fuerte que ella. No me refiero a liderazgos, sino que al poder del pueblo, no me refiero a crear nuevos mártires, sino que a despertar nuevos héroes.

Los grupos patológicamente corruptos no se auto depurarán, cederán sus privilegios, cambiarán ni arrepentirán; por el contrario, se resistirán, reagruparán y reaccionarán; por lo tanto, las medias tintas serán insuficientes, se requiere una ofensiva frontal de un pueblo convencido, empoderado y valiente; ideal, si es acompañado de una prensa imparcial, únicamente comprometida en informar la verdad objetiva.

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