Marco Tulio Trejo Paiz

Entre abril y mayo, como en años anteriores, en nuestro país comienza a llover con alguna irregularidad.

En las diferentes regiones los finqueros, sus colonos, así como campesinos que tienen algunos terrenos con buenas y no muy apropiadas para el cultivo, realizan los trabajos preparatorios aprovechando las lluvias.

Y cuando arrecia el invierno también los labriegos protegen las siembras de maíz, maicillo, frijol y demás productos que brinda la madre naturaleza. Guatemala es una nación privilegiada en lo concerniente a producción del agro.

Muy Feliz se siente por ese motivo el campesinado y, asimismo, los grandes terratenientes porque ya tendrán buenos ingresos económicos y sus graneros como a rebalsar…

En lo nacional tendrán óptima oportunidad de realizar ventas al por mayor y, ni qué decir, respecto de lo internacional. Las millonadas de dólares y quetzales los convierten en más acaudalados, pero pensemos en los desastres que muchas veces se producen en las épocas de intensas y constantes lluvias o temporales que no dejan de afectar en sus intereses a los grandes y pequeños productores agrícolas.

Los ríos, los lagos, las lagunas se desbordan y eso causa considerables perjuicios.

Es necesario que estos días cercanos a la temporada invernal Conred y otras entidades socorristas deben estar prestos a cumplir sus deberes y obligaciones en cualesquiera eventualidades como se actuó, sin pérdida de tiempo, en el Caso de Cambray 2, de Santa Catarina Pinula, donde murieron más de 200 personas, entre hombres, mujeres y niños, y la destrucción de viviendas casi fue total.

Entonces no hay que dormirse en los laureles, sino ir al escenario de los hechos a toda velocidad.

Juan Pueblo lanza a grito abierto una voz de advertencia a tiempo para que todos estemos despiertos o con un ojo abierto y el otro cerrado.

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