María José Cabrera Cifuentes
mjcabreracifuentes@gmail.com

No es la primera ocasión en casi tres años que tengo el privilegio de tener una columna semanal en este prestigioso medio de comunicación, en que manifiesto mi inconformismo por algunas vertientes de lo que actualmente se denomina feminismo. Quizá en los inicios de mi vida me sentí identificada con tantas mujeres que reclaman su inferioridad. A pesar de haber crecido en una familia dominada por mi madre en la que la disciplina era ejercida por ella, quien era nuestra figura de fuerza y en la que, quizá el amor y lo lúdico era más bien una tarea de mi padre, vivía empecinada proclamando por doquier que las mujeres somos dejadas de lado tanto así que al cumplir 11 años (el 8 de marzo del 2000, Día Internacional de la Mujer) quise publicar mi primer artículo en un medio de comunicación al que titulé “Mujer, limitaciones y posibilidades”, que gentilmente publicara elPeriódico, para hacer saber mi pensar acerca de tan delicado tema.

Con el pasar del tiempo, mi mentalidad fue cambiando radicalmente. Pasé de ser una aprendiz de “feminista” a aborrecer todo lo relacionado con el tema. Sin embargo, mis propias experiencias de vida me llevaron a un punto más neutral, a visualizar con objetividad las luchas que ya hemos ganado, pero a ver igualmente los temas en los que seguimos en desventaja, no he sido por eso jamás defensora de la discriminación positiva ni de cualquier tendencia que nos ponga en ventaja de los hombres; sin embargo puedo hoy, más que hace pocos años, reconocer la situación actual real de las mujeres.

Los grupos feministas han proliferado alrededor del mundo y con ellos una serie de temas, imposibles de encerrar en un solo conjunto para afirmar que los defiendo, pues concuerdo con algunos y difiero con otros.

El recién pasado 7 de febrero, miles de mujeres en distintas ciudades argentinas se reunieron con el torso desnudo para reclamar el operativo policial que se diera en una playa de Necochea para reprimir a un grupo de mujeres que tomaba sol en “topless”. Lo interesante es que en la marcha las cosas se salieron de control. Muchos hombres en solidaridad con ellas, se unieron en las plazas para mostrar su repudio hacia la represión que sufrimos en ese tipo de circunstancias, sin embargo, videos muestran cómo muchas de las mujeres que luchaban por la prevalencia de sus propios derechos, trataron a esos hombres solidarios como seres antagónicos o enemigos, sacándolos de los focos de resistencia por el simple hecho de ser hombres.

Una de las premisas teóricas básicas del feminismo, es el cuestionamiento profundo y renovado de las estructuras de poder, incluyendo (no únicamente) las que tienen implicaciones de género, por lo que el ideal del feminismo implica transformaciones profundas en la sociedad, que afecten indistintamente a hombres y mujeres. Por otro lado, el feminismo no pretende igual al hombre y a la mujer, por el contrario, parte de las diferencias entre uno y otra y cuestiona desde esa perspectiva el “androcentrismo” que históricamente ha predominado. Más importante aún, es que el feminismo reconoce en todos los seres humanos el mismo valor, y que negar ese valor intrínseco de la persona es rechazar su humanidad por completo.

Las pseudo feministas que vimos marchar por un ideal no hicieron más que alejarse de eso que defienden. Debemos ser cautos no solo en las causas sino en las formas en las que defendemos lo que defendemos. El verdadero feminismo no pretende a un género superior y a otro subyugado. Reconozcamos el valor de la persona en su misma humanidad, y entonces, sólo entonces, podremos ganar esas luchas que todavía no han sido conquistadas.

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