Francisco Cáceres Barrios

Hace poco, oyendo la radio, escuché a un empleado municipal quejándose del mal comportamiento de los conductores de vehículos, se ensañaba en darnos los peores calificativos, olvidándose que por quedarse solo en el lamento muy poco beneficio logra para la entidad que representa, menos aún para el de la población. Para ser más concreto utilizó el ejemplo de cuando EMETRA advierte que ninguna persona está autorizada para cobrar “parqueo” en la vía pública; que está prohibido cobrar por el encargo de “cuidar”, llegando hasta amenazar con la consignación judicial a quienes sean sorprendidos haciéndolo pero, ¿cuál es la realidad en que vivimos a diario los guatemaltecos? Simple y sencillamente la autoridad brilla por su ausencia. Los conductores llevamos años de estar siendo esquilmados ya fuera en la vía pública o en los llamados parqueos, que no solo son inseguros sino cobran un ojo de la cara por su pésimo servicio y con esto más, que descaradamente advierten no ser responsables de nada, estacionando cada quien su vehículo a la buena de Dios, sin poder deducir responsabilidades a nadie en caso de un siniestro, colisión, robo o pérdida total.

En la vía pública de la capital guatemalteca estamos en manos de quienes con una habilidad y rapidez increíble le extraen en un dos por tres los artículos dejados en el interior de su vehículo e incluso, el radiador, la batería, las herramientas o la llanta de repuesto. Con advertir que es prohibido cobrar por el estacionamiento de los vehículos en estos sitios, ¿qué ganamos?, ¿qué logramos? Absolutamente nada, pues no tenemos otra opción que pagarle al mentado “cuidador” su personal y antojadiza tarifa de cobro, de lo contrario, será el enlace con los ladrones o hacerse de la vista gorda ante cualquier barbaridad que cometan.

Nuestra ciudad capital, al contrario de lo que hemos visto en otros países, no cuenta con suficientes lugares en donde la millonada de propietarios puedan dejar sus vehículos con la certeza de que a su regreso los vayan a encontrar intactos, pues en las calles, los agentes de tránsito solo sirven para controlar el pago de los poquísimos parquímetros existentes o para andar poniendo cepos y no para brindarle algún servicio al ciudadano. Todo parece indicar que a nuestra municipalidad se le olvidó por completo cumplir con el deber de servir a sus vecinos, pues bien pudo haber emprendido desde hace rato la construcción de estacionamientos que, no solo le hubiera servido para mejorar el ornato y el tránsito de vehículos, sino percibir estupendos ingresos provenientes de un servicio que hoy en día ya resulta indispensable.

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