La pena y la preocupación que nos debieran generar los indicadores y las situaciones por las que pasa Guatemala, parece que muy fácilmente se nos olvidan y podría ser que por ello terminamos siendo una sociedad que vive del circo y de los momentáneos escándalos.

Todos nos involucramos en las charlas y críticas al sistema, pero poco logramos cambiar aquellos que en pobreza o pobreza extrema tienen que enfrentar sus días sobreviviendo por la literal falta de alimentos allá en lo que han llamado “la Guatemala profunda”.

Menos hemos logrado que las prácticas de corrupción reciban un castigo generalizado y auténtico, posiblemente porque la gran mayoría de la sociedad se divide entre los que están involucrados en amasar millones por medios ilícitos y los que ambicionan ser los próximos “suertudos”.

La violencia con que se desangran y desintegran nuestras familias es ignorada por todos y hasta se vive con temor de participar para desarticularla. Por eso esfuerzos como los que el Ministerio Público y Gobernación han realizado contra las extorsiones, se ven como actos de heroísmo que vienen a proteger a los individuos indefensos, víctimas de estas estructuras.

Y qué podemos decir de esa estructura social entre empleadores que luchan por mantener un salario bastante mínimo, por individuos que son “exportados” para que con su mano de obra mantengan la economía y permitan que no se perciba la urgencia de cambiar las condiciones internas.

Pero lo peor de todo es que tenemos una dirigencia política que con absoluta seriedad se presta a que todo esto sea así. Una dirigencia que no puede hablar de eliminar la asquerosa práctica de financiamiento de los partidos, porque han sido parte del problema y denunciarlo sería evidenciarse.

Tenemos a un Presidente y a un Vicepresidente que creen que recibir dinero del Fantasma de Sinibaldi o simplemente las “cortesías” que les dieron es legítimo porque lo recibieron con “buena intención”.

Que hacer facturas falsas para robarle dinero al Estado no es delito sino una “viveza” y que por eso es de talentosos lucirse como lo intenta hacer el descarado de Sammy Morales. El hermano del Presidente y el hijo, hace mucho que deberían ser una cifra más del hacinamiento en las prisiones. Es allí donde merecerían estar.

En fin que la poca seriedad de la sociedad con los temas de verdad importantes nos hacen seguir siendo un país tolerante con la pobreza, la violencia y la corrupción. Si seguimos siendo esa comunidad que voltea a ver hacia otro lado, no esperemos que las causas profundas de nuestra crisis vayan a cambiar. Somos tan serios como los payasos que nos han gobernado.

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