María José Cabrera Cifuentes
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Recientemente, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas resolvió apoyar la resolución 2334 en la que se obliga al Estado de Israel a retirar los asentamientos judíos establecidos en los territorios de Samaria y Judea.
Lejos de lo que reclama Estados Unidos afirmando que esta medida acelerará la paz definitiva entre palestinos e israelíes, es un mecanismo que debe alarmarnos a todos los que estamos interesados en la región medio oriental pues augura un incremento de la violencia. Se tiene ya el antecedente de lo sucedido con los asentamientos israelíes en la Franja de Gaza, los cuales fueron desmantelados voluntariamente en 2005 por Israel, únicamente para que Hamas tomara control del territorio y posteriormente se iniciara un ataque sistemático contra la población israelí. ¿Se busca realmente la paz?
Debemos recalcar que la existencia de los asentamientos dista mucho de ser la génesis del verdadero problema. El conflicto árabe-israelí es histórico. El rechazo del Plan de Partición por parte de Palestina y otros acontecimientos no han hecho más que alargarlo. En realidad y objetivamente, lo que se puede observar a simple vista, es que el problema continúa debido a que no existe aceptación, por parte de algunos árabes, a la existencia de un Estado Judío en el oriente medio.
Con el conflicto árabe-israelí, el paradigma idealista de las relaciones internacionales se ha vuelto a probar inútil. Los foros internacionales, aunque podrían parecer la salida fácil, no son la solución de los problemas. Por el contrario, las negociaciones serias y con buena voluntad son la única salida a este conflicto que ha marcado a generaciones incitando al odio y a la violencia. Mientras continúe el apoyo en los foros que menciono, es difícil que los palestinos quieran entablar una negociación directa para poner punto final a ese conflicto que ha causado tanto sufrimiento a ambas partes.
Hablar de un Acuerdo de paz en este momento resultaría prematuro pues no debemos olvidar que es necesario un previo acercamiento en ámbitos fundamentales como el cultural, económico, social, etc. Lamentablemente, el punto de partida es necesariamente la tolerancia, la cual está lejos de alcanzarse.
Recientemente el Presidente Jimmy Morales realizó una visita de Estado a Israel en la cual se renovaron las buenas intenciones de ambos países para colaborar en materias de interés común. Teniendo en cuenta el potencial que tiene Israel para cooperar y lo estratégicas que resultan nuestras relaciones, el Presidente debe instruir al Canciller para continuar apoyando al Estado de Israel y que Guatemala tienda a que el conflicto árabe-israelí se resuelva por las vías adecuadas.
Afirmar que Jerusalén es un territorio conquistado y ocupado es una locura. Jerusalén fue fundada por el Rey David hace más de 3000 años y su existencia es el motor del latir de los corazones judíos. El Estado de Israel además de judíos alberga a cristianos, musulmanes y muchas otras religiones y ha demostrado ser ejemplo en la búsqueda de la paz y la tolerancia, por eso el día de hoy muestro mi apoyo y solidaridad. Que nunca se pierda la Hatikvah (esperanza) de que algún día mientras vivamos veamos la paz entre esos dos pueblos hermanos.