Douglas Abadía Cárdenas

El pensamiento latinoamericano tiene como común denominador la relación de dependencia de los países de América Latina con las potencias del orden internacional, aspecto que ha influido en la formación del pensamiento filosófico en la región.  Además de esta característica, el pensamiento latinoamericano siempre ha estado subordinado a los grandes pensadores europeos, siempre se ha contado con la influencia de países extra continentales.

Un elemento importante de la filosofía latinoamericana es que siempre ha existido la tendencia de considerar la filosofía como una forma de solución a inquietudes que son de carácter importante en un determinado período histórico, hecho que desde mi punto de vista convierte al pensamiento latinoamericano en reacciones a destiempo ante las problemáticas de distinto tipo como el económico, social o político; no se ha logrado crear un pensamiento que nos permita encarar de mejor forma las problemáticas de distinta índole que suceden en una sociedad determinada.

A lo largo de su desarrollo, el pensamiento filosófico latinoamericano ha conservado una tendencia de reacción ante una situación concreta histórica.  Pienso que a lo largo de la historia de América Latina siempre se ha reaccionado ante problemas de distinto tipo que buscan una explicación y muchas veces una justificación ante dichos problemas.

Tomo como ejemplo el caso de la emancipación de América Latina, pueden ser consideradas como causas externas aquellas que actuaron sobre el proceso independentista desde fuera de los dominios imperiales españoles, en especial desde Europa y Estados Unidos. Algunas de estas causas, como la Declaración de Independencia estadounidense o la Revolución Francesa, cuya influencia en la historia mundial es evidente, actuaron más como modelos que como causas directas del proceso. Esto es un ejemplo de cómo Latinoamérica ha empleado primero la acción y posteriormente la justificación.

Mayor importancia tuvieron las ideas enciclopedistas y liberales procedentes de Francia, así como las relaciones de convivencia de muchos de los máximos dirigentes independentistas, como Francisco de Miranda, José de San Martín, Simón Bolívar, Mariano Moreno, Carlos de Alvear, Bernardo O’Higgins, José Miguel Carrera Verdugo, Juan Pío de Montúfar y Vicente Rocafuerte, que se encontraron con frecuencia en Londres, así como los contactos que mantuvieron con los centros políticos de Estados Unidos y Gran Bretaña.

Ello les permitió equiparse ideológicamente, pero también les proporcionó la posibilidad de contar con apoyos exteriores y las necesarias fuentes de financiación para sus proyectos.

Los antecedentes de los procesos de emancipación de América Latina son un reflejo de cómo la filosofía funciona como ideología que influye en los aspectos sociales y políticos.  Esto nos indica que las ideologías han justificado a ciertos grupos de poder en cuanto a la conservación de un orden social caracterizado por la dualidad opresor-oprimido.

Otro punto importante a considerar es que durante los procesos de emancipación de América Latina, se tendió a crear distorsiones teóricas, las teorías resultan impuestas por moda europea y no han tenido su génesis en la realidad concreta de América Latina, dicho proceso se caracterizó en pocas palabras en una adaptación del europeísmo.

Considero que es hora de empezar a reconstruir los modelos que América Latina ha adoptado en busca del logro de un bienestar común, es hora de que los latinoamericanos principiemos a ser originales, partir de sí mismos, de lo que se es, de nuestra propia realidad. Es necesario como afirma Antonio Caso “inventar un poco” y asimilar (hacer propio lo que parecía extraño).  Considero que esta es una vía por la cual se puede iniciar el proceso de creación de una filosofía latinoamericana, propia, que refleje nuestra propia realidad, y como herramienta se utilizará la filosofía occidental como legado a la humanidad, con carácter mundial sobre la base de valores que se han presentado como universales (válidos para todos los hombres, sin distinción de clase, sexo, color, etnia), abandonar los prejuicios y complejos que han sido instalados profundamente en nuestros hermanos latinoamericanos para conservar la relación opresor-oprimido.

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