Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Es oficial que en el país existe un esfuerzo muy marcado, bien orquestado y mejor financiado para acabar con todo aquello que suene a cambio y se le apuesta a la necesidad de maniobrar en el sentido de apuntalar la corrupción y el sistema, minando a quienes se oponen a que el Estado actual de las cosas siga intacto.

Son muchos aquellos que se han metido a babosadas y que sienten bastante ansiedad en las mañanas; son bastantes los que ahora quieren gozarse su plata en paz y son varios los que se rehúsan a hacer fortuna en el marco de las reglas y por ende, desean seguir haciendo pisto fácil alentados por la agencia de negocios en que han convertido al Estado.

Sienten que sus principales problemas están en el Ministerio Público (MP) y en la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y en su contra canalizan los esfuerzos, porque tras el pacto de impunidad que se opera y operó desde el más alto nivel, tienen controlados los tres poderes del Estado.

Así se debe entender el feroz ataque en contra del MP y la CICIG y en contra de quienes desean cambios y no es casualidad, que el medio de Roxana Baldetti haya abanderado el mensaje que la lucha contra la corrupción debe detenerse bajo el argumento que se está afectando a la economía.

Hay muchos que públicamente critican a Otto Pérez y Baldetti, pero por tener preocupaciones en común, se terminan uniendo para luchar de forma unificada contra todo aquello que estiman como amenaza.

Ahora que ganó Donald Trump, esa agente sueña con que ello provoque cambios en Guatemala (sí, la misma gente que alega por la intromisión de Estados Unidos pero que ahora la aplauden porque sienten que le favorece) y para eso están haciendo viajes para solicitar que el financiamiento de la CICIG se vea reducido y con eso lograr escabechársela sin necesidad de tener que ser tan burdos de revocar el mandato. Han contratado a los voceros más radicales, aquellos que dicen que el pobre es pobre porque quiere, para dar el mensaje.

Al MP le llueve hasta por debajo de la lengua con una guerra psicológica de desprestigio y descrédito y así se debe entender la oposición, por ejemplo, a las pruebas presentadas en el caso del exministro de Finanzas, Pavel Centeno.

Y el problema es grave porque con un sistema corrupto e impune nunca vamos a lograr la prosperidad de la que tanto se habla porque no puede haber tales de crecimiento económico en un país en el que sus bases estén cimentadas en la corrupción, tráfico de influencias, impunidad, control de las Cortes, del Congreso, del Ejecutivo, de la Contraloría de Cuentas y de las municipalidades.

Menudo reto el que se nos plantea en el futuro cercano, porque el pacto de las mafias que no quieren cambiar se contrasta con la actitud permisiva, esquiva e indiferente de la sociedad que al callar, parece ser parte de la podredumbre porque así como las mafias desean pagar una mordida para ganarse un contrato o hacer un negocio, los otros desean poder pagar a un policía (por ejemplo) para evitar una multa si se va manejando con tragos y por eso es que muchos, sin darse cuenta, son de la barra y del bando de aquellos que no quieren que las cosas cambien.

Si nosotros, desde nuestras casas y nuestras vidas, no cambiamos no podemos pretender que el país se logre transformar.

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