Jorge Mario Andrino Grotewold
• @jmag2010

El pasado 23 y 24 de noviembre se llevó a cabo el VIII Congreso Nacional de Administración Pública, bajo el lema “Gestión Pública, Gobernanza y Ciudadanía”, organizado de forma conjunta por el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) con ente rector en materia de capacitación de los servidores públicos; la Oficina Nacional de Servicio Civil (Onsec) como entidad coordinadora del servicio civil del Organismo Ejecutivo; y la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac) por su calidad de educación superior pública.

El Congreso contó, además de las formalidades correspondientes como la inauguración por el Presidente de la República en un acto en el Palacio Nacional de la Cultura, con una serie de conferencias especializadas y mesas de discusión, en donde la temática se distribuyó en cuatro ejes de notoria importancia: la función pública; la institucionalidad pública y el bienestar ciudadano; la transparencia y combate a la corrupción; y la gestión pública y ciudadanía. Sobre estos importantes temas, alrededor de 500 servidores públicos del país debatieron y escucharon modelos y planteamientos técnicos, que en su mayoría redundaban en situaciones del día a día, aunque también hubo claras intervenciones sobre una visión a futuro del Estado, y en especial del guatemalteco, señalando como ejemplos la explicación básica del Katún como política pública.

Aun cuando se resalta la importancia que estas entidades dieron a una reunión de funcionarios y servidores públicos, algo que no se da muy seguido y que es una pena no poder interactuar entre objetivos, metas y resultados comunes, es necesario el involucramiento de cohesión con uno de los sectores más importantes de la administración pública y que regularmente se ampara bajo el parámetro de la autonomía para no contar con estándares claros en cuanto a su administración, tanto de recursos como de gestión. Se trata de las municipalidades, las que pareciera en buena parte que se han olvidado que también sirven a la población que les elige, y que no demuestran deseo o intencionalidad en mejorar sus procesos y mecanismos de control interno, lo que redunda en la ya conocida corrupción.

La coordinación técnica entre organismos de Estado, instituciones públicas y funcionarios, no solo es por demás importante, sino también muy necesaria para alcanzar la excelencia en la prestación de los servicios públicos a la población. Ese solo precepto haría que en encuentros como el recientemente concluido, sirviera para identificar métodos comunes que faciliten la gestión pública, mejore los procedimientos de rendición de cuentas y cuenten con una seria y directa relación con los habitantes.

Felicitaciones al INAP, Onsec y Usac por la elaboración de este Congreso, y ojalá que sus consecuencias, propuestas y dinámicas administrativas permeen en los decisores políticos al más alto nivel, desde el Congreso de la República hasta el Presidente mismo, para con ello contar con mejores servidores e instituciones públicas dentro del país.

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