Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com

El racismo nos condiciona a pensar a los indígenas como rurales. Nos forman la idea de que las ciudades fueron construcciones nuevas y una invención española. No tenemos consciencia del lugar donde crecemos y de quienes lo han habitado. No nos percatamos (porque nunca nos dicen) que los asentamientos coloniales fueron sobrepuestos sobre ciudades que ya existían y que eran importantes para las culturas que las edificaron. La imposición simbólica se consolidaba al colocar la iglesia como estandarte del sometimiento sobre los cerros o altares sagrados. No era suficiente destruir sino también era necesario que diariamente recordaran de quién es el poder.

El despojo de tierras ha sido una constante. La actual ciudad de Guatemala se erigió en base a esto. Se relegó a los pueblos que ya habitaban este territorio a vivir en las periferias y a dejar sus tierras a los colonizadores. Con el tiempo pasaron de ser habitantes a invasores. Cada vez que el indígena pelea por recuperar sus territorios no se le concibe como reapropiación de lo que le pertenecía sino como usurpación, como un robo. El pobre siempre va a ser “aprovechado” así como el rico siempre va a ser el “pilas”.

La ciudad completa es patrimonio. Hay restos materiales por todos lados. Los pueblos antiguos que le habitaban y que fueron marginados siguen vivos. Surten hasta ahora la ciudad. Los pueblos de indios proveedores de alimentos y de fuerza de trabajo durante la colonia persisten como estructura heredada de la colonia. La ciudad por sí misma no produce alimentos y cientos de personas viajan diariamente a esta para hacerla funcionar como el centro de operaciones de todo el país, como espacio que concentra todos los servicios hasta ahora.

En este mismo momento en cualquier lugar de esta ciudad se excava y destruyen estructuras milenarias con la autorización de los arqueólogos. Sus estudios de reconocimiento son como los estudios de impacto ambiental (de las transnacionales) que autorizan la destrucción masiva en nombre del “desarrollo”. También niegan la identidad indígena de esta ciudad llamando “kaminaleños” a los antiguos habitantes de este valle en lugar de reconocer su origen Poqom. Los poqomam desplazados y ahora concentrados principalmente en los municipios del departamento de Guatemala aún existen y son tan antiguos como la ciudad.

La ciudad de Guatemala es también indígena. Su poblamiento no se detuvo y tampoco inició hasta la colonia. El empobrecimiento causado por la invasión y mantenida hasta hoy por el racismo hace que hasta los mismos pueblos mayas desconozcan su pasado, su historia y se asuman como extranjeros en su propia tierra. La ignorancia nos hace pensar que los invasores crearon y que los despojados invadieron. No reconocemos como nuestro el patrimonio indígena pero sí nos enorgullecen los estandartes de dominación y de la dictadura.

Mientras desconozcamos la historia, nos seguirán imponiendo ermitas para que recemos mientras la realidad se desmorona. Todos seguiremos siendo la ciudad de la desigualdad y el racismo si no comprendemos que por qué la ciudad es tan nuestra como suya.

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