Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Contrario a lo que América Latina y su ciudadanía esperaba, en las elecciones de los Estados Unidos, quedó electo el binomio que encabeza Donald Trump, atípico personaje que sentó su mensaje de forma radical, pregonando que como Presidente modificaría los tratados de libre comercio, expulsaría a los millones de inmigrantes que no tuvieran legalizada su residencia en Estados Unidos y que centraría sus acciones sociales y políticas en hacer grande Estados Unidos, a través de un cambio radical de lo que ha sido la política de los anteriores gobiernos, incluyendo el que ahora concluye el Presidente Barack Obama.

¿Qué sucederá? Solo Dios lo sabe.  Y si tan solo se concretan la mitad de los planteamientos electorales del señor Donald Trump, un diluvio envolverá a los países en desarrollo, cercanos y/o subordinados a los Estados Unidos.

El Congreso y el Senado de ese país quedaron en manos de los republicanos y por ello el balance y control político también quedó desbalanceado.

Seguramente los grandes capitales de ese país y de los países como el nuestro, se sentirán autorizados para continuar con la concentración de la riqueza, lo que nos llevará a nuevas injusticias sociales por cuanto una cosa es ganar la elección con el apoyo de quienes viven en las áreas extraurbanas y otra es la consecuencia y los resultados de solo mirar para un lado.

Donald Trump ha sido un empresario agresivo, despiadado, egoísta y radical, por lo que pensar que como presidente cambiará es un espejismo.

Guatemala tiene alrededor de dos millones de hombres, mujeres y niños laborando y viviendo en todos los estados de ese país, con solo que expulse al 25% las remesas familiares bajaran sustancialmente, lo cual generaría efectos peor que los de la roya del café, ya que afectará a millones de ciudadanos del interior de nuestro país que necesitan esos 200 o 300 dólares mensuales para costear su alimentación, para pagar parte de la educación y la salud, todo lo cual no podrá ser suplido ni por el gobierno de Guatemala ni por las fuentes de trabajo en sus municipios.  300 dólares al mes es prácticamente el salario mínimo que devenga un trabajador cabeza de familia cuando se le paga correctamente en Guatemala.

A ello debemos de agregar que si se cumple la pretensión de concentrar de nuevo las fuentes de trabajo en Estados Unidos, la maquila decrecerá en por lo menos a la mitad.

El gobierno de Guatemala que presiden Jimmy Morales y Jafeth Cabrera, como lo han demostrado, no están en la capacidad de resolver los actuales problemas sociales y económicos y mucho menos están en condiciones de manejar el diluvio que se nos puede venir encima, todo lo cual llevaría a que Guatemala entrará en una crisis como la depresión que se vivió en la década de 1930, hecho que casi ninguno de los actuales ciudadanos vivió y que por consiguiente no tiene la experiencia  de cómo enfrentarla.

El empresariado organizado representado en las cámaras de comercio, industria, finanzas y agricultura, tendrán que apretarse y prepararse para navegar en las aguas turbias y en el diluvio que implica el futuro gobierno en Estados Unidos del señor Donald Trump.

En cuanto a los votantes de Estados Unidos solo podemos decirles “lo hecho, hecho está”.

¡Guatemala es primero!

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