Francisco Cáceres Barrios
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Cuando por fin terminaron en la cárcel Pérez Molina, la Baldetti y varios de sus compinches fuimos muchos los guatemaltecos que pensamos que la corrupción tenía sus días contados. Creímos, ilusos que somos, que la Contraloría General de Cuentas asumiría el papel que le corresponde, ejerciendo la función fiscalizadora de los ingresos, egresos y en general todo el interés hacendario de los organismos del Estado y que la CICIG, poco a poco iría dejando el papel preponderante en el descubrimiento y procesamiento de tantos actos de corrupción cometidos, no solo en ese gobierno, sino en tantos que sembraron y cultivaron el germen causante de la debacle en que vive permanentemente la administración pública de nuestro país. Por lo visto, fueron falsas nuestras aspiraciones, porque las instituciones no operan por sí mismas, se requiere de gente que satisfaga al menos los requisitos de idoneidad, capacidad y honradez.
Esta misma semana Diario La Hora recogió el reconocimiento del actual Contralor de no tener la capacidad de fiscalizar, que no ha cumplido con velar que las 255 unidades ejecutoras que tiene entre ministerios, secretarías y otro tipo de dependencias también lo hagan a cabalidad y por consiguiente, tampoco se ha visto por ningún lado su responsabilidad por velar para que los recursos del Estado sean en un cien por ciento honesta y legalmente bien manejados. ¿Bonita gracia no les parece? Y todo, porque cuando al licenciado Carlos Mencos se le designó, pasando sobre lo que la Constitución determina literalmente: “En ningún caso el Contralor General de Cuentas podrá ser reelecto”, eso provocó que hora estamos cosechando tan tristes resultados.
Como habrá podido comprobar el estimado lector, con este ejemplo se demuestra una vez más que antes de pensar en meterle mano a la actual Constitución, debiéramos hacer hasta lo imposible por cumplirla, y es por ello que pregunto ¿si la misma Constitución determina que las causales para remover al Contralor son la negligencia, delito y falta de idoneidad, por qué el Congreso de la República no lo hace? Si usted amable lector me responde que eso con la calidad de diputados con que contamos es cosa imposible, ¿entonces de qué nos quejamos? ¿Por qué la población y el gobierno actual se resisten a cambiar de raíz las cosas que impiden que nuestro país opere o funcione bajo un real y verdadero sistema democrático? Así, jamás vamos a tener compostura. Actualmente y el lector tampoco me dejará mentir, el incumplimiento de deberes de los funcionarios en los tres organismos del Estado y sus entidades autónomas y descentralizadas es sin ninguna exageración de carácter monumental y de seguir en las mismas, nunca habrá un presupuesto que alcance.