Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Pareciera como si nuestros políticos creen que lo ocurrido hace un año fue un simple accidente en la historia e incurren en los mismos vicios y, peor aún, en los mismos errores al creer que basta con una cínica declaración para ponerle fin al malestar ciudadano respecto a los temas que puedan tener vinculación con la corrupción que nos afecta de tantas maneras. No olvidemos que una de las cuestiones decisivas y fundamentales en la caída de Baldetti fue la actitud que tuvo cuando se destapó el escándalo del lago de Amatitlán, puesto que recurrió a cínicas expresiones que demostraron cuán poco le importaba la opinión pública y, peor aún, lo convencida que estaba de que la gente es babosa y se traga cualquier patraña.

De no haber mediado el incidente de la “agüita mágica”, posiblemente la reacción ciudadana no hubiera sido tan fuerte como llegó a ser cuando se destapó el Caso La Línea en el que resultó embarrada hasta la coronilla. Porque fue su cínica actitud en el caso del contrato para dizque limpiar Amatitlán lo que rebalsó el vaso de la paciencia ciudadana y a partir de allí la ruta hacia el despeñadero se volvió pura cuestión de tiempo.

Viene a cuento lo anterior porque cualquiera que tenga un mínimo conocimiento de lo que son los precios de la vivienda en la parte más exclusiva de la zona 14 sabe que el valor de las rentas es bastante alto y que, generalmente, se tasan en dólares. Por ello la explicación que ayer en una escueta carta dio el supuesto dueño del inmueble que ocupa el vicepresidente Jafeth Cabrera suena, en mucho, como las explicaciones que quiso dar Baldetti cuando se destapó el caso de Amatitlán. Si, en efecto, se estuviera pagando 30 mil quetzales por un inmueble en el que hay dos casas y que constituye uno de los más privilegiados de La Cañada por tener doble acceso, seguramente que a estas alturas el dueño estaría ya recibiendo infinidad de ofertas mejorando el contrato actual porque gangas de ese tipo no se consiguen todo los días. Hay que recordar que no hay almuerzo gratis y que lo que Cabrera deja de pagar por su casa, seguro lo está pagando por otro lado y solo Dios sabe, por ahora, con qué.

Creo que alrededor de este tema el doctor Cabrera ha cometido muchos errores que le pueden terminar pasando una importante factura, puesto que desde el principio debió ser él quien explicaba con claridad y transparencia la realidad de la casa que decidió ocupar cuando fue electo. El primer argumento que dio fue que los vecinos de donde vivían se molestaban por la caravana que le acompaña, pero si a eso vamos, también sus nuevos vecinos sufren las consecuencias porque se mueve con un desplante de fuerza que impresiona. Y en vez de explicar claramente su decisión de moverse a uno de los lugares más selectos de la ciudad de Guatemala, incurrió en evasivas que, como siempre, dieron lugar a especulaciones y a lo mejor hasta a publicaciones maliciosas que luego se vieron más complicadas cuando desde cierta muy poderosa embajada filtraron informaciones que un narcotraficante ofreció al ser extraditado, sin duda buscando mejorar su posición negociadora.

El mejor consejo a Cabrera es que sea franco y claro, pero además que respete la inteligencia ciudadana, no sea que, como a la Baldetti, le venga un movimiento producto de la ira provocada por haberle querido ver cara de baboso al guatemalteco.

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